Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga siempre con amigos que le traen una bocha de chimentos políticos

Martín Vestiga siempre atento a los chimentos políticos de La Plata. (Dibujo: NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.

Fin de semana extra largo que aproveché para tirar la caña en la búsqueda de los primeros pejerreyes en la zona y aprovechando la semana corta como patada de chancho, me dispuse a disfrutar de una lágrima en la vereda de Flora de 12 entre 55 y 56 cuando el paisaje me devolvió la figura de un personaje al que hay que caminarle al lado.

La opción no es porque conlleva miles de elogios su figura, sino que si vas adelante te la pone y si vas atrás seguramente te caga. Los manuales aconsejan que junto a estos tipos siempre hay que ir al lado o cruzarse de vereda.

Dos metros más atrás, mi amigo Edgar Cado que venía guiñando el ojo y marcándome con el dedo al mismo tipo que yo estaba observando.

Carpeta en mano, charlando con viejos segundones de la política, este ex concejal del Frente Renovador que llegó con Carlitos Martinez, mimoseó con Juan Amondaraín, lo franeleó a José Arteaga y, cuando fue electo, votó en favor de Julio Garro, paso caminando sonriente.

Edgar se sentó y pidió un café con leche, un tostado y dos medialunas. Mientras solicitaba el pedido ya tenía en su mano izquierda un escón que me había sacado del plato.

-¿Viste quién va ahí?, me interrogó luego de habernos cruzado en miradas y gestos sobre este personaje. Esta vez está hasta las manos, pero el caradura ya salió caminar para ser concejal, me parece que ni llegando a senador va a zafar.

Edgar le pegó un sorbo al vasito de agua que acompañaba mi pedido y siguió con su relato.

-Este se fue a trabajar con la mujer de Pepe “Cornichelli” cuando la mina agarró Desarrollo Social, ahora les saltó una denuncia por 650 millones de pesos por contratar una cooperativa creada para facturar y que tercerizó la producción de 165 mil guardapolvos.

La moza interrumpió la exposición que Edgar venía narrando hasta quedarse sin aire. El café con leche no tocó ni la mesa porque el amigo lo agarró y le pegó un sorbo como si tuviera sed.

Al tostado lo dobló al medio y prácticamente se lo comió en tres bocados. Cuando iba a masticarse una medialuna y, anticipándome a la jugada, le manotee la mano y le pedí que me siga contando.

-Este estaba de asesor de la piba ésta, no se me sale el nombre, qué maltrata a todo el mundo, la pucha – explicó y mordió la medialuna-. La Vicky, bueno… una chica concheta de La Plata que tiene más empujones que molinete de subte. Resulta que éste muchacho, que le gusta tomar helado en bocha, está en el tema que de los 165 mil guardapolvos por lo que pagaron una fortuna y recibieron apenas 4.500 y no va más.

Inquieto, Edgar se liquidó el café con leche, se puso de costado y mientras se sacudía las migas, mordió una parte importante de la factura que le quedaba dejando apenas el cabo.

-No te puedo decir más, me chusmearon que se quedaron con buena guita, este trianguló guardapolvos por cooperativas de Melchor Romero y la otra de Altos de San Lorenzo. Lo que sí te puedo contar que “precios cuidados” no había porque por 4.500 guardapolvos facturaron 650 millones y apenas pagaron 170, el resto no se sabe. Pero se sospecha.

Alegando dolores estomacales, Edgar se levantó raudamente y me dijo que iba hasta la casa porque no le gustan los baños de los negocios. Yo sabía que me clavaba con la cuenta. Entre tanto guardapolvo me llevó como chico para la escuela.

Este Edgar siempre tiene una bocha de chimentos a mano. Me viene bien…

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