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Tras 50 años de irregularidades, crece el malestar entre los vecinos del edificio de ADASA

El edificio donde funciona la firma Accesorios del Automotor SA (más conocida como ADASA), ubicado en calle 12 entre 42 y 43 número 519, fue construido por el fundador de la empresa hace más de cincuenta años.
Desde entonces el lugar acumula una extensa serie de reclamos vecinales que han sido callados permanentemente.

El edificio donde funciona la firma Accesorios del Automotor SA (más conocida como ADASA), ubicado en calle 12 entre 42 y 43 número 519, fue construido por el fundador de la empresa hace más de cincuenta años. Desde entonces el lugar acumula una extensa serie de reclamos vecinales que han sido callados permanentemente.

Tras el fallecimiento del fundador de ADASA, sus hijos Diego Fernando y la funcionaria judicial Silvina Cecilia Asensio tomaron el control de la empresa y, consecuentemente, del edificio. Durante más de medio siglo administraron el consorcio fuera de los márgenes de la ley, manejando sumas extraordinarias de dinero en negro, sin registros oficiales, escapando al control del estado y de los propios dueños e inquilinos.

Las denuncias de los vecinos del edificio se fueron acumulando en un silencio ensordecedor. Solo durante las últimas semanas, cuando el malestar alcanzó un pico histórico, los dueños decidieron blanquear el consorcio.

Sin embargo, esta maniobra no estuvo exenta de polémicas: la contratación de los nuevos administradores Alicia Falcone y Lautaro Llorente Lorenzo Levi es apenas una puesta en escena, debido a que para su designación jamás se consultó a los vecinos, ni se convocó a una asamblea general, ya que en la práctica ambos son empleados de ADASA.

Pero las irregularidades de ADASA van mucho más allá. Con el paso del tiempo, la empresa tomó el control del área de cocheras, una zona común que ahora es utilizada como depósito a pesar de estar expresamente prohibido por ordenanzas municipales. Para lograr su cometido, los dueños compraron el terreno lindante, a donde fueron desplazando a los vecinos con vehículo propio cobrándoles un insólito alquiler. El resto fue cuestión de tiempo. Y mucha viveza criolla.

Pero eso encendió otra alarma, ya que ADASA utiliza espacios comunes generando gastos de otro tenor, principalmente eléctricos, sin rendir cuentas de ningún tipo.

Aunque este no es el único caso que expone la utilización de recursos vecinales para beneficio propio: “Tenemos pruebas de que con el cobro en negro de las expensas los dueños contrataban y lo siguen haciendo a una persona para que limpie los espacios comunes y que, con ello, no solo mantienen limpias las zonas tomadas del edificio, sino que también aprovechan al personal para mantener limpios sus propios departamentos”, aseguró uno de los vecinos harto de los manejos.

Vale destacar que la toma de espacios comunes no abarca solamente a la cochera, donde actualmente funciona un depósito irregular. Los dueños de ADASA mantienen el control absoluto de la terraza y del subsuelo, entre otras, prohibiendo el acceso a zonas de elevada importancia donde se encuentran las instalaciones de electricidad y gas.

Prácticamente durante más de medio siglo, ADASA nunca se hizo cargo de los reclamos edilicios. Casi en su totalidad, estos fueron cubiertos por los propios vecinos: “Tardamos en darnos cuenta, pero ya es un secreto a voces. Ellos tienen muchos departamentos acá, no les conviene pagar expensas extraordinarias, entonces terminamos siendo quienes nos hacemos cargo del tema con nuestros propios recursos aunque no nos corresponda”, confiaron.

El malestar comenzó a inquietar a los vecinos, que reclaman la convocatoria a una asamblea general, donde discutir no solo la conformación de un consorcio representativo a sus propios intereses, sino el fin de manejos poco claros que, en voz de los propios damnificados, llegaron a incluir en ocasiones comportamientos misóginos y maltratos recurrentes.

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