Siguen los reclamos, críticas y pases de factura en el peronismo platense
Mientras que el oficialismo local parece haber superado rápidamente las tensiones que produjo la interna del PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica comparten escenario sin problemas y han prácticamente abandonado las críticas hacia adentro, en el frente de todos la crisis parece no tener fin.
En ese sentido esta semana sorprendió un reclamo del ex juez Luis Arias, que aseguró que todavía "estoy esperando que (Guillermo) Escudero reconozca la derrota", para luego relatar que tras conocerse los resultados fue él quien se comunicó telefónicamente con el derrotado para establecer las reglas del diálogo de cara a las generales de noviembre.
En paralelo el todavía diputado provincial se recuesta cada vez más sobre la estructura del Partido Justicialista que comanda Luis Lugones y que no le deja demasiado espacio para los espacios del progresismo que agrupa tras de sí Arias, y cada vez menos para el ala dura del cristinismo que varias veces intentó sin demasiado éxito amigarse con el PJ.
Por supuesto que detrás de Escudero están Gabriel Bruera y sus hermanos, el ex intendente Pablo Bruera y el histórico armador territorial del bruerismo, Mariano, que se mantienen siempre expectantes ante la posibilidad de volver a colarse en las primeras planas del poder.
Por otra parte, la campaña de Victoria Tolosa Paz en la ciudad se viene profundizando, pero se desarrolla en una extraña soledad, casi como si el resto de los candidatos se hubieran puesto de acuerdo para forzar el vaciamiento de volumen político del principal referente del Frente de Todos en la provincia.
Tolosa Paz visita vecinos, recorre barrios, se junta con comerciantes, pero rara vez lo hace acompañada por Ariel Archanco, Arias o Lucía Iañez, la segunda candidata a diputada que reporta al ministro de Justicia y ex intendente Julio Alak, que quizá por eso mismo se maneja con una agenda completamente alejada de los demás.
Por fuera del armado oficial se encuentra la familia de pleno empleo del peronismo platense, que con cada vez menos llegada en los barrios mantiene parte de la estructura que supo armar Carlos Castagneto cuando fue viceministro de Desarrollo Social, pero que hoy no tiene ni el peso ni el apoyo de Cristina Kirchner, por lo que también se encuentra al margen de la campaña y con mucha resistencia a brindar apoyo directo al resto de los candidatos.
Y si bien es cierto que todas estas tensiones no se conocen y tampoco se notan por fuera de la política, si generan tensión permanente y podrían estallar en cualquier momento, antes o después de las elecciones e incluso "durante" el proceso si alguno de los sectores mezquina en la fiscalización y termina perjudicando a los candidatos nacionales, que ya hicieron una peor elección que los locales en las PASO.
El peronismo platense es un verdadero hervidero, pero a diferencia de lo que suele ocurrir, esta vez no parece que se estén “reproduciendo”, sino que efectivamente cada sector desconfía de los demás y se hace muy difícil pensar en un nuevo equilibrio, al menos hasta que vuelta a aparecer una figura que logre entusiasmar a las mayorías.