Economía y Empresas
Evasión fiscal

Quién está detrás de las dos empresas enmascaradas como cooperativas de trabajo para lavar activos

Con el nombre comercial de “Femenísima Stylo”, la cooperativa funciona en realidad como un spa urbano de dos plantas en la avenida 7 y 58.
Con el nombre comercial de “Femenísima Stylo”, la cooperativa funciona en realidad como un spa urbano de dos plantas en la avenida 7 y 58.
Parte de la documentación que acredita los movimientos.
Parte de la documentación que acredita los movimientos.
Parte de la documentación que acredita los movimientos.
Parte de la documentación que acredita los movimientos.

Las cooperativas de trabajo presentan ciertas diferencias con respecto a otras organizaciones laborales, como las sociedades anónimas por ejemplo. La principal diferencia de la cooperativa es que está compuesta por personas que deciden asociarse entre sí, de manera que todas ellas conforman y se benefician por partes iguales de la organización creada.

Mientras que en una cooperativa todos los socios son propietarios, en una empresa los propietarios son los accionistas.

¿Qué consecuencias tiene esto? En primer lugar, los trabajadores de una cooperativa son los propios dueños de la actividad, de manera que el rendimiento de sus acciones recae sobre ellos mismos, ya sea en positivo o en negativo. En el caso de una sociedad empresarial constituida como tal, la responsabilidad recae sobre la junta directiva, en ningún caso sobre los trabajadores contratados para desarrollar ciertas actividades. De este modo, si hay beneficios en una empresa, estos irán a parar a la propia empresa y, en segundo lugar, a los accionistas. En una cooperativa, las ganancias van a parar a partes iguales sobre cada uno de los miembros asociados.

Sin embargo, en Argentina existen cooperativas de trabajo constituidas legalmente como tales, que en realidad funcionan como empresas enmascaradas con fines de evasión impositiva y lavado de dinero.

Caso Ramplast

La trama en este caso comienza con la poco conocida cooperativa de trabajo Ramplast, dedicada a la manufacturación de recipientes plásticos, principalmente tanques de agua, que se encargaba de ofrecer a través de distintas páginas webs o en escasos comercios minorista tales productos.

Resulta llamativo el hecho de que la cooperativa declarase diversos domicilios en los cuales no se observa evidencia alguna de que allí hubiese funcionado en algún momento una fábrica o lugar dedicados al moldeado de plásticos, siendo algunas de las direcciones asignadas 122 N° 1440 de Berisso, 42 bis y 122 y también en Punta Arenas y avenida Avellaneda de Berisso, donde en el supuesto lugar donde se tendría que haber hallado la cooperativa figura un terreno baldío.

La Cooperativa de Trabajo Ramplast Ltda. se encontraba listada como uno de los proveedores del Estado en los registros de transparencia del municipio de Almirante Brown. Sin embargo no deja de ser curioso que una cooperativa que funcionaba como proveedores del Estado, se publicitase casi exclusivamente a través de la página personal en Facebook de un particular, Edgardo Marchan, aparentemente uno de los principales socios, y no en una página oficial de dicha cooperativa.

Al respecto, en el Boletín Oficial del 13 de junio de 2018 en la Sección Cuarta dedicada a los dominios de internet, se hallaba registrada el alta de la página web oficial de Ramplast a nombre de otro de los socios, Edgardo Daniel Spizzirro en este caso como figurando como titular. El dominio web fue dado de baja apenas meses después de su habilitación y a partir de allí la estrategia publicitaria de Ramplast para fomentar las ventas se habría reducido prácticamente a la nada.

A estas alturas cualquiera se preguntaría ¿cómo era posible entonces que la cooperativa siguiese funcionando y manteniéndose impositivamente al día? ¿Vendían realmente sus productos? ¿Y quién era Edgardo Marchán? En realidad Edgardo Marchán como tal no existe, sino que se trataba del mismo Daniel Edgardo Spizzirro bajo un alias, usando su segundo nombre y el apellido materno Marchán.

Pero el asunto se torna más curioso aun cuando al revisar el historial de Daniel Edgardo Spizzirro, la información nos lleva ahora hacia otra cooperativa más.

Caso "Feminísima Stylo"

Spizzirro es un empresario argentino, dedicado al servicio de peluquería y al mismo tiempo al asesoramiento, dirección y gestión empresarial relacionados con sociedades anónimas, quien paradójicamente se halla implícito en otro negocio de similar envergadura, la Cooperativa de Trabajo Peluqueros Unidos Ltda. de La Plata. Basta una rápida mirada para concluir que la misma es en realidad una empresa disfrazada como cooperativa posiblemente a fines de facilitar la evasión impositiva y el blanqueo de capitales.

Con el nombre comercial de “Femenísima Stylo”, dicha cooperativa funciona en realidad como un spa urbano de dos plantas en la avenida 7 N° 1250.

En la conformación de la sociedad, además del empresario Daniel Edgardo Spizzirro, se hallaban su esposa Silvia Cristina Rudis, también peluquera y su hija, Luciana Spizzirro Hulman.

Durante los meses de mayo y julio de 2019 la cooperativa de peluqueros dirigida por Daniel Spizzirro trató de realizar pagos con cheques sin fondo por montos superiores a los 35 mil pesos que se anexarían a otro cheque rechazado por falta de fondos de Daniel Spizzirro en 2016. Por otra parte, en octubre del mismo año, Luciana Spizzirro Hulman fue registrada como morosa por una deuda de 51 mil pesos en el Banco Santander Río S.A.

Silvia Rudis pasó a integrar un listado de deudores por la falta de pago en derechos de publicidad y propaganda considerándosela susceptible de inicio de juicio.

Pero si al hecho de tener montado un spa bajo el disfraz de cooperativa, los cheques sin fondos, las deudas de los principales integrantes tanto en préstamos como en publicidad no son ya suficientes, resulta más llamativo aún el hecho que mediante varios anuncios en la web, “Feminísima Stylo” buscara contratar estilistas para que trabajen para el spa como empleados… ¿No se suponía que la cooperativa estaba integrada por peluqueros y que como tal debían de fomentarla ellos mismos? Resulta curioso entonces que una supuesta cooperativa salga a la búsqueda de empleados cuando se suponía que se trataba de una asociación de peluqueros donde todos participaban por igual de los beneficios…pero ¿Quiénes son “todos”? Pareciera ser que todos los caminos conducen a la familia Spizzirro.

Al parecer, algunos estilistas que ya no pertenecen al staff de “Feminísima Stylo” habrían figurado como parte de la cooperativa pero en verdad no eran auténticos socios empíricamente hablando ni se beneficiaban de la cooperativa como tales, sino que cumplían tareas como simples empleados mientras que a su vez, otras personas formarían parte de un sistema verticalista manejado por los Spizzirro y Rudis bajo contratos poco claros (posiblemente en negro).

Si alguien se pregunta por qué ocurre esto, la respuesta la tiene quizá la AFIP al manifestar que existen comercios que bajo la figura de cooperativas hacen pasar a los empleados trabajadores como socios para evitar cargas sociales. Por otra parte, en el caso de la Cooperativa de Trabajo Peluqueros Unidos LTDA, al estar registrado paralelamente como un lugar de enseñanza, se encuentra parcialmente exenta de las cargas impositivas de la AFIP.

El código de AFIP 854990 se relaciona a “Servicios de enseñanza n.c.p.; Servicios de enseñanza n.c.p. (incluye instrucción impartida mediante programas de radio, televisión, correspondencia y otros medios de comunicación, escuelas de manejo, actividades de enseñanza a domicilio y/o particulares, etcétera)”.

Fácil es de imaginar que el servicio de spa que se realiza en ese establecimiento puede quedar parcialmente exento del pago de impuestos si los encargados los hacen pasar como tareas de enseñanza.

La maniobra dejaría en claro el uso de las cooperativas de trabajo ya sea para encubrir relaciones laborales, evadiendo aportes y contribuciones previsionales de sus empleados de forma paralela al lavado de activos.

La cooperativa de trabajo Peluqueros Unidos limitada, tuvo su contrato social en abril de 2015.

Dos cooperativas que en verdad funcionan como empresas, una de éstas Ramplast, una compañía cuasi fantasma, proveedora del Estado con un evasivo lugar de asiento legal; la otra un spa urbano, ambas bajo la supervisión empresarial de Daniel Edgardo Spizzirro. En definitiva, se trata del verdadero dueño del ganado, con familiares y amigos como asociados, quien deja un largo coctel de cheques sin fondo, posibles testaferros, deudas bancarias y juicios por falta de pago en la publicidad, evasiones impositivas, blanqueo de dinero y precarización de los trabajadores.

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