Martín Vestiga y el precandidato bruerista que quedó solo como loco malo
Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.
Después de transitar las calles de La Plata, con la lluvia todavía mojándome la espalda y algunas boletas que me quedaron del último domingo molestándome en el bolsillo, volví a sentir ese malestar estomacal que sólo me provoca encontrarme al inefable y poco deseable Tito Rosca, un sujeto al que conviene a veces esquivar. Pero estaba ahí, agazapado tras un árbol y al verme me saludó sin darme tiempo siquiera a subirme a un taxi para escapar.
-¡Hola Martín, que bueno reencontrarte y justo después de las PASO!- Me dijo el rosquero, a quien uno prefiere no tratar porque se pone más pesado que mariposa con botines.
-¿Qué hacés Rosca?, para variar tengo poco tiempo y un mal humor bastante importante-, le contesté, con la inútil esperanza de que el tipo entienda el mensaje y yo pueda escaparme rápido por algún rincón de la ciudad.
-Ya sé, ya sé, siempre apurado vos. Pero te conviene escucharme un rato. Tengo pastillitas para convidarte. Viste que soy un excelente informante- me dijo, mientras yo pensaba “¡qué tipo pednate y despreciable!”…
-Bueno, dale, sólo cinco minutos- le dije, resignado.
-El tema es así. Viste vos que tras los resultados del domingo en La Plata hubo muchos “heridos”, sobre todo en el peronismo, que es más perdedor que el coyote del correcaminos…
-Si claro Tito, no estás descubriendo nada…
-Bueno, se ve que uno de esos heridos se llama Guillermo Escudero, es diputado provincial pero se le vence el mandato...- me explicó, pero lo corté en seco.
-Me estás explicando quién es Escudero como si yo hubiera nacido ayer de un repollo…
-Bueno, no te enojes. Voy al grano: se ve que el fiel aliado de los Bruera, los famosos hermanos macana, no pudo festejar después de perder la interna del Frente de Todos con la lista de Luis Arias, a quien supongo que también conocés… -me dice casi sobrándome.
-Lo conozco.
-Sigo: ni bien se dieron los primeros resultados de las elecciones, la poca gente que lo acompañó durante su pobre campaña salió disparada del búnker como rata por tirante. Y lo dejaron más solo que un vegano en asado familiar.
-“Pobre tipo”, balbuceé yo, pensando en Escudero pero también en Tito Rosca, a quien ya quería despedir.
-Bueno. A Escudero no le quedó otra que bajar la persiana del enorme local del gremio Pasteleros, que es uno de los sindicatos que lo acompañó en el armado de la campaña. El tipo había preparado un gran catering para los invitados, que al final se podían contar con los dedos de una sola mano.
-Final inesperado para el bruerismo- le respondí, en tono seco y como cerrando el diálogo para no escucharlo más, aunque como siempre debo admitir que me tiró algo de data que yo no tenía…
Solo, tu recuerdo queda tan solo.