Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga, Enzo Brado y el ex concejal que se puso todas las camisetas y ahora termina con Alak

Martín Vestiga, un periodista honesto, y Enzo Brado, un colega de dudosa reputación. (Dibujo: NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Dos por tres se encuentra con Enzo Brado, un colega de dudosa reputación, quien recibe dinero en sobres a cuatro manos, pero que le pasa jugosa información

Nueva caminata sin rumbo en búsqueda de descanso, en una tarde calurosa de La Plata. Saludo a un taxista en 12 y 54, cruzo la calle y tras superar el caos vehicular me dispongo a descansar los pies en la Plaza Moreno, desde donde tengo una vista privilegiada de la Catedral y sobre todo, de la municipalidad.

Pero el descanso dura poco. Levanto la vista y me encuentro al sospechoso de siempre: Enzo Brado, a quién también bauticé hace poco “creer o reventar”. Ustedes son inteligentes, estimados lectores, y sabrán entender…

Se acerca al grito de “¡Martin, Martín!” y paso seguido me cuenta que un dirigente platense de extracción peronista, que se probó todas las camisetas que un político se puede probar –algunos le dicen “pragmatismo”, otros, “saltimbanqui”-, fue recientemente convocado al gabinete del intendente Julio Alak.

“No puede ser”, pienso, “¿Otro más?”, y lo escucho a Brado con atención, mientras empiezo a extrañar al inefable Tito Rosca. “Se trata de un dirigente que supo cosechar infinidad de amigos por su paso por varias fuerzas políticas, desde hace años”, me dice Enzo, mientras masculla no sé qué cosa a la sombra de un árbol.

“Es como Roberto Carlos”, pienso, mientras imagino, por ahora sin suerte, el nombre y apellido del dirigente en cuestión. “Fue alakista, de la mano de su ex mujer, Susana “la Negra” Gordillo- concejal del bruerismo por dos períodos, dio el salto al gabinete de Julio Garro y en la última elección cerró fiscalizando para el equipo de los halcones de Patricia Bullrich, ya con Javier Milei…”, me dice en tono de incógnita el informante de dudosa reputación.

“¿No será Fabián Lugli?”, le pregunto, pero la pregunta es inútil, porque Enzo (el que recibe sobres de varios políticos) recibió un llamado telefónico, puso cara de urgente y se esfumó entre los árboles de la plaza.

Yo quiero tener un millón de amigos

Y así más fuerte poder cantar…

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