Perfiles urbanos
Exclusivo de NOVA

La macabra historia de una mujer internada en un psiquiátrico que descubrió presuntas violaciones a pacientes

Gladys Pereyra contó detalles de su estadía en la clínica psiquiátrica y lo mal que la está pasando en su vida. (Foto: Ximena González - NOVA)

Una vecina del barrio platense de Los Hornos, llamada Gladys Pereyra de 62 años de edad, vive desde hace más de 24 meses un calvario para su vida por culpa de sus propios hijos y de su marido, Benito Villordo, quienes decidieron internarla en la Clínica Psiquiátrica San Juan (115 entre 36 y 37), acusándola de loca, en donde fue testigo de aberrantes violaciones y de manejos irregulares en cuanto a su salud, ya que nunca sufrió ningún desequilibrio mental.

En diálogo exclusivo con NOVA, Gladys comentó que todo el conflicto se inicia cuando desaparece su pareja, y que, al preguntar por él, uno de sus hijos le dijo "está trabajando, a vos que mierda te importa", con un claro maltrato y amenaza de "te voy a encerrar". Según ella, “esto está vinculado a un tema de dinero. Cuando le dio más plata el padre, se terminó el trato conmigo", explicó la mujer.

Más allá de haber hecho la denuncia en la Comisaría 3ra como abandono de hogar porque no sabía dónde estaba su pareja, el 2 de agosto de 2016, "veo a través del vidrio de mi negocio que había una ambulancia y yo me asusto porque digo 'algo le pasó a mi marido o a mis hijos'. Salgo y el hombre me pregunta si era Pereyra Gladys y le digo si pasó algo. Me dice que no por más que había dos ambulancias y tres patrulleros. Me empiezan a decir que me tranquilice, porque les vuelvo a preguntar, y me dicen que era para mí. Porque acá su hijo la ve mal -señalándome a mi hijo José Antonio- y usted tuvo intentos de suicidio. Entonces el otro loco (por su hijo) empieza a gritar: 'Si porque vos nos tratas mal, porque no nos querés dar de comer, yo quiero hacer justicia por mis siete hermanos'".

En ese momento, "el de ambulancia me dice que es para hacerme un estudio y después me traían a casa. Llamo a mi hija que siempre salía a las cinco de la tarde de trabajar, y ese día a las dos de la tarde ya estaba viniendo. Me dijo que me quede tranquila que ya estaba llegando. Quiere decir que estaban todos en complicidad".

Según comentó Gladys, cuando llega a la clínica psiquiátrica, una doctora de guardia, Claudia Gisela Greer, "me dijo que como estaba por el juez, no puede salir de acá". En ese instante "no me sedaron, estuve tres días así. Hasta que me llama otra doctora y me dice: '¿Usted no sabe por qué no toma las pastillas?'. No sé ni porqué estoy acá, menos voy a saber de las pastillas. Y me dice 'cómo le vamos a decir a IOMA para qué está usted acá'. Ellos no sabían cómo hacer para facturarle a IOMA. Y a partir de ahí me empezaron a medicar. Una pastilla a la mañana con el desayuno y otra pastilla a la noche”.

En esos "tres meses que estuve ahí no recibí ninguna visita, estuve sin ver a mi familia. Porque mi hijo se anotaba a la mañana tres, y por paciente tenían que ser tres familiares. No me iba a ver nadie, no dejaban ni que mis hermanos me vieran ni nadie, porque me decían que me hacía mal”.

En cuanto a su comportamiento dentro de la clínica, "yo no bajaba de mi habitación, mirábamos televisión con las otras chicas, que estaba igual que yo, bien. Limpiábamos las ventanas, las habitaciones y le dábamos de comer a los enfermos. Con eso nos entreteníamos”.

En una de las noches, "cambian de guardia, hasta las 10 teníamos para mirar televisión. A las 10 menos 10 sube la del cambio de guardia y me dice si era Gladys Pereyra, le digo que sí, y me dice 'venga que la vamos a inyectar porque usted no tomó el medicamento. A mí me llamaron de su casa para decirme que usted no está tomando los medicamentos. Me inyectaron y como yo había tomado la pastilla, estuve tres días durmiendo".

Todo este calvario lo vivió durante tres meses, “hasta que el 27 de noviembre salí y después ya no volví. Me dijeron que todos los meses tenía que ir a la clínica y con un papel ir al Juzgado de Familia N° 5, a cargo del juez Hugo Rondina, a llevarlo todos los meses. Resulta que el último mes me da turno, la doctora Franco me dice que me veía bien y siempre lo estuve, si yo no tomo medicamentos. Y como me vio bien, me dio turno para dentro de dos meses".

Una vez que le dan el alta a Gladys, en su casa la trataban de loca. Ella tenía un abogado, luego lo cambio por una abogada, la doctora Adriana Ferro. "Ella me dijo que iba a ayudar para que no me internen, pero tenés que buscar otro abogado".

Al momento que ella se va de su casa no pudo volver más "porque cambiaron la cerradura. Estoy viviendo en la casa de mi sobrina, en la casa de mi hermana. Siete hijos que están en contra mío. Si me dicen por qué, no lo sé porque jamás los molesté". En cuanto a la otra hija que está con ella, "los hermanos le ponen de todo por internet, le dicen gordita siempre estás con la chanchita, todas esas cosas. En el día del hermano, felicidades para todos mis hermanos menos a una, cosas así. Ella está mal".

Ante la consulta de como madre qué piensa, afirmó que "se equivocaron". Y entre lágrimas sostuvo que "les llenó la cabeza José Antonio y la verdad que no sé. No sé qué pasó. Quiero llegar hasta lo último, quiero saber la verdad de todo esto y volver a mi casa. Yo tengo mi negocio, porqué tengo que andar trabajando por hora si yo tengo mi trabajo ahí. Ellos me sacaron mi trabajo, todo. Agarraron el cuaderno de mis clientes y le fueron cobrando de a uno, porque les decían que necesitaban medicamentos para mí".

Por último, con la posibilidad de decirle algo a sus hijos y su marido, con los ojos llorosos y la voz entrecortada, indicó que "no les diría nada, ellos saben que se equivocaron. Siempre estoy de pie, nunca voy a decaer ni a bajar los brazos. Se va a saber la verdad y hasta lo último voy a llegar".

Los siete hijos a los que apunta Gladys son: José Luis Villordo, Verónica Villordo, Noelia Villordo, Mabel Villordo, Sandra Villordo, José Antonio Villordo y Julieta Villordo. En tanto, la hija que la banca y está con ella, es Malena Agustina Villordo.

La Clínica San Juan, un lugar de violaciones sexuales

Dentro de ese territorio "yo vi violaciones de chicas, una que venía de San Vicente, hacía poco tiempo que estaba con tratamiento psicológico". Las violaciones eran por parte "de otras personas porque todos teníamos el mismo pabellón, entre mujeres y hombres, no hay distinción. Están los adictos a la droga, al alcohol, los depresivos, pero estábamos todos en el mismo pabellón, y ahí venían los desastres que se veían".

En cuanto a las actitudes de los que trabajaban allí, "no sé los médicos. pero los enfermeros que yo tuve, decían 'fíjate a esta que anoche estuvo haciendo desastre, se pasó para la habitación de fulano, mengano, Fíjate aquella que estuvo con tres tipos. Los enfermeros no eran parte de las violaciones, pero ellos veían las cosas como pasaban, pero nadie hacía nada".

Y agregó: “Había una chica, también enferma, que me decía ‘mira Gladys, el enfermero Antonio me quiere violar, ya hace rato que me quiere violar, me sacó la ropa, yo me defendí como pude. Yo le dije a mi papá, fue a hablar con el director, pero no le llevó el apunte”.

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