Opinión
Reflexiones

Familias de acogida

La triste realidad que se ve día a día en las calles.

Por Verónica Herrera, especial para NOVA

Comenzamos el año debatiendo el aborto. Mientras el argumento en contra fue la concepción de si habilitamos o no la educación sexual, una vez caído el debate cuestionan la educación sexual por pervertir a los chicos.

Porque a mis hijos los educo yo como quiero; y no, gente, los hijos no son propiedad privada. No se les puede pegar, no se les puede maltratar, no se les puede obligar a hacer cosas que atenten contra su niñez, no se los puede vender, no se los puede comprar, no se los debe usar como rehén.

A las familias adoptantes se las controla para que ello se cumpla. A los biológicos no; ¿qué otro privilegio quieren?

Los hijos no son propiedad privada. Si querían ser dueños de otra vida, se hubieran comprado un perro. Si no les gusta o no están de acuerdo con que se enseñe que Cristóbal Colón descubrió América en las aulas, ¡está muy bien! Pueden decirles cualquier otra versión. Inclusive la verdad. Que masacró seres humanos para robar sus tierras. Es válido. Pero no se nos ocurre pedir que se deje de enseñar Historia.

Bueno, con la educación sexual debe ser igual. El abuso intrafamiliar está primero en las estadísticas de traumas psicológicos en la niñez. Dale la posibilidad de ahorrárselo. Herramientas, contención, el sistema está mal, el Estado está mal. La frase “no tenemos recursos” es tan falaz como el tapabocas.

Ahora resulta que no se les puede enseñar a los chicos que familia es papá y mamá, también es mamá y mamá, papá y papá, abuelos, tíos, etcétera.

Por si no lo saben, hay chicos huérfanos con padres vivos, criados por abuelos o tíos, como también hay chicos abandonados o que no ven a su padre o a su madre.

Un terapeuta se haría un festín. Lo único que le preocupa a la Iglesia es lo de papá y papá. Y dicho sea de paso, si quieren instalar el “Con mis hijos no te metas”, quizás deberíamos empezar por algo más básico. Con la vida de los demás no te metas, ni en su vida ni en lo que le tocó en suerte. Porque tener dos padres o dos madres es una bendición, antes de ser criado en la calle.

Si en vez de dar cátedra en las redes sociales fueran a los Tribunales de Familia a pedir los listados de chicos en adopción, quizás se enteraran de lo importante que es cualquier familia. Y si miraran adentro, sin hipocrecías, verían que más que una papeleta no es más que una chapa patente de familia.

¡Lo que importa es el amor! Porque para adultos criados con odio, ya tenemos suficientes.

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