Perfiles urbanos
Un testigo de noches increibles

El mozo "Fernet", pintoresco personaje de la ciudad de La Plata, vuelve con más historias de su repertorio

Los largos años de Fernet ejerciendo su profesión en fiestas y eventos son una fuente inagotable de anécdotas picantes y divertidas.

Por Marcelo Moriconi, especial para NOVA

El mozo “Fernet”, este pintoresco personaje platense que con más de 40 años de profesión, sigue contando anécdotas de fiestas que se desarrollaron en la ciudad de La Plata y dejaron mucha tela por cortar, por lo que regresó con nuevas historias.

Sus cuentos, picantes y divertidos, fueron parte de su larga carrera y sucedieron en varias fiestas ocurridas no solamente en la ciudad, sino que también participó de servicios en la región. Algunos de estos relatos lo identifican con su sobrenombre: tienen un 70 por ciento de verdad y un 30 exageración.

Esta vuelta llega con el trágico final de un cumpleaños de 15, el viaje de novios que no ocurrió, la propina desmedida, el mozo que se paró y el borracho gracioso.

Los 15 de la nena y el abuelito tapado en la cocina

“Este servicio se hizo en un salón que se había estrenado no hacía mucho. La fiesta estaba a pleno. Se hizo la recepción, se sirvieron las entradas, el plato, se bailó. Hasta ahí todo perfecto. Todo marchaba a la perfección”, contó Fernet y aclaró que “han pasado cosas en servicios en donde se ha caído algo y va el mozo a pasar, como le pasó a un compañero mío que venía con una bandeja con bebidas y patinó, se abrió de piernas como Julio Bocca en el piso, se desagarró todo, pero no tiró un vaso, ahí te tocas el derecho porque sabes que la cosa viene mal”.

Las anécdotas se le golpean una tras otra olvidando la que venía contando, aunque el entrevistado pronto encontrará los caminos para volver al sendero de la primera historia: “Una vez con una pata flambeada, se usa de ternera o de cerdo, para darle espectacularidad entra prendida fuego y se le va tirando alcohol. Estaba todo el mundo bailando cuando empezamos a prenderla. Ahí mi compañero le tira alcohol y un chorro sale derecho, desde el fuego y le cae al saco de un invitado prendiéndoselo fuego. Al toque lo agarramos y lo hicimos desaparecer. Ojo, el lunes se llamó a la gente que había contratado el servicio y se le repuso el saco nuevo, dándoles una explicación”.

“Bueno, esa fiesta venía de primera, el servicio bueno, una fiesta prolija en los tiempos, hasta que entra un viejito en la cocina, pidió agua fría, se sentó y ahí quedó. Se murió en la cocina. El ‘qué hacemos, qué hacemos’, duró minutos. Llamamos al hijo que era el que contrató el servicio y le contamos lo que había pasado con el viejito. Nos pidió que no digamos nada, ya estábamos en el carioca y después venía el café. Lo tapamos con un mantel y lo dejamos detrás de la puerta. Cuando se fueron los invitados, se le contó a la nena y la familia, vinieron la policía y la ambulancia, para llevarse al abuelito. Fue medio raro trabajar con un muerto escondido en la cocina”.

Fiesta a pleno, sin noche de boda, ni viaje de luna de miel

“El salón quedaba por calle 50 y pico, cerca de la cancha de Estudiantes, ahí hay dos salones de fiesta uno de cada mano. Había un clima espectacular, los novios eran los dos re lindos, los invitados gente muy educada. Esto lo aclaro porque hemos cubierto fiesta que no sabes si te van a robar o te quieren tratar como servidumbre, esos son los menos. En esa fiesta, yo tenía un compañero petizo que para agarrar las cosas del freezer se tenía que meter de cabeza. Me había quedado colita para arriba y lo agarré de atrás. Este gritaba, pero no podía salir. En eso, como siempre suele pasar, se mete a la cocina a preguntar la mamá de la novia y me agarra con el tipo en esa situación. Fue muy incómodo” disparó con una risotada tapándose la cara.

“El novio, los amigo y prácticamente todo el mundo tomaba champagne Chandon extra brutt, y le daban lindo. Imaginate que cuando se desbordó la fiesta era descorche y descorche, pum, pum. Viene el novio a la cocina, agarra dos botellas y nos pide a mí y a mi compañero que le hagamos una catarata en medio de la pista. El tipo bailaba con la cabeza para atrás y uno de un lado y otro del otro, le tirábamos Chandón en la boca, entre el aplauso de los invitados. Te lo resumo: el tipo terminó tirado, muy en pedo debajo de una mesa, la novia llorando. No lo podían levantar de la mamúa que se había agarrado. Al tiempo los cruzamos en otra fiesta y nos contaron como había terminado la noche, no hubo noche de bodas ni viaje en avión, perdieron el vuelo”.

La fiesta del chuky en Los Hornos

Por lo general, ocurre en varios eventos, los invitados pretenden del servicio tener un trato preferencial y, cuando hay mucho vento en los bolsillos de los interesados, son los mozos los que más ganan.

Esta reunión se llevó a cabo años atrás en un excéntrico salón establecido en una esquina en el barrio de Los Hornos. La mansión había sido edificada por el hijo de un magnate platense para residir con su flamante mujer ergo que el matrimonio no duró mucho. Luego de varios alquileres, vivió un ídolo del fútbol, el lugar se convirtió en un sitio de fiestas.

Allí quedó Fernet al mando de dos mesas. Un total de 16 personas para su exclusiva atención. Y así lo recordó: “Me tocaron dos mesas atrás de todo. Ahí estaba yo esperando que lleguen los invitados. Ya te digo que era gente vinculada al fútbol, empresarios y dirigentes. No soy futbolero, pero con el paso del tiempo los pude ir identificando. La fiesta era de este que jugó en Independiente, Estudiantes y Boca, que le decían igual que al muñeco asesino. Bueno, me cae uno que fue novio de Alejandra Padrón, que le decían el Polaco, defensor del Rojo. Me llama y me dice que por cada botella de champagne frappé que le llevaba me daba dos lucas”.

“No se la dejaba picar. Se las cambiaba una tras otra”, asintió Fernet y graficó su cobro así: “Tack, tack, venga, venga”. “Se me hinchaban los bolsillos. En eso cae el loco, el goleador que todos conocen, nosotros trabajamos con la madre de él en varios servicios, estaba uno que era el presidente de Independiente y el “Burru”, el de la selección. Me agarran y me preguntan qué arreglo tenía con la otra mesa y me dicen que me lo duplicaban. Por lo bajo le hice un tres con los dedos y les tiré: por botella”.

“No me gusta mentir…pero tuve que ir a vaciarme los bolsillos en el bolsito que llevo la ropa. Muy generoso. En una de esa me agarra el que hizo el gol en la final del 86 y me reclama un centro de mesa porque el que tenían era para la mujer del presidente del Rojo. Le sostuve que no podía conseguir y me ofreció un dinero que me lo hizo pensar dos veces. En medio del baile le traje el de una mesa cercana. En un ida y vuelta, el 8 se fue y no me pagó nada. Te cagó me dijo el presidente. Detrás el reclamo del 9 por haber recibido propinas cuando había sido compañero de la mamá, aunque con el detalle de una servilleta doblada con un fajo adentro. Lo mismo de la otra mesa. Cuando terminé el día, plata de hoy tenía trescientas lucas”.

El servicio con el expulsado subido a la ligustrina

“Hay de todo. A mí me gustan las fiestas a cielo abierto en clubes o quintas. Ahí es diferente. Algunas duran todo el día y jugas al fútbol, te tiran al agua. Y si no querés te tiran igual como a un viejo compañero mío que gritaba como loco y lo tiraron igual, te la tenés que bancar. En una de esas fiestas otro compañero conoció a una abogada y al otro día renunció al servicio porque esta mujer era una chica con mucha plata. No se separaron más” compartió.

“No fue el primero, hubo varios, uno en un tinglado de avenida 7 junto a las vías del tren, donde se hizo una fiesta para más de 300 personas, vaquillona al fuego doble, mucha gente. Fuimos tres mozos contratados por la familia y no dábamos a vasto, ahí un compañero también enganchó una millonaria y dejó de trabajar. Ese día como era tanta la concurrencia y no podíamos pasar, entramos a revolear el cotillón del carioca con las bolsas y los ‘hdp’ nos entraron a contestar. En un momento era todo el salón contra los mozos” reconoció.

“Esta es cortita. En una fiesta en City Bell, viene la mamá de la piba y me pide que al ex marido no le sirva alcohol porque se ponía molesto. Le explicábamos que ella le iba a tener que decir al resto de la mesa por qué no les dábamos el servicio completo y que, en nuestro caso, no podíamos negarle al hombre que tome. Puso cara de culo y se fue” dijo y agregó “el tipo al parecer era de mala bebida. Chupaba más que madera nueva. Encima era medio histriónico, gesticulaba, gritaba. Vos mirabas y sabías que en cualquier momento la iba a pudrir. La mujer también, no sé si era por la situación, pero tenía una cara de culo tallada”.

“Llegó el momento de la torta. La piba en medio, uno de un lado y la otra del otro. Casi sin mover la boca la mujer le apunto: sos un borracho de mierda. El tipo le contestó, la mujer le empezó a gritar y tuvimos que para la fiesta. Ahí intervino la familia y resolvieron echar al padre de la piba que para esto estaba en un llanto”, anotó.

“Al final, hubo que poner paños fríos, reorganizar el corte con el padrastro. Y cuando íbamos a arrancar. El chabón se había subido a la ligustrina y gritaba: contale que nos separamos porque sos cornuda. Se bajaba y se subía a los 10 metros al grito de “cornuda”. Así fue pegando la vuelta. Al rato, cuando todo había pasado y la fiesta prosiguió, a la hora, se volvió a subir y le gritaba “cornuda”, tuvo que venir la policía, un escándalo”, concluyó.

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