Perfiles urbanos
Juanjo le mete color y alegría en 44 y 143

El florista del pueblo: los verdaderos valores de la juventud

Por Agustín Mauad de la redacción de NOVA:

Es temprano. El cielo está nublado y el sol todavía no dio señales. Los platenses se dirigen en sus automóviles hacia el centro de la ciudad. Comienza la semana, pero es lunes y ya están cansados. No aparecen motivos para levantar el ánimo hasta que el semáforo los detiene en 44 y 143: está él, con su sonrisa de todos los días, vestido de gala, metiéndole color y alegría a la jornada con su típica danza.

Juanjo es un joven florista de 26 años que desde hace más de seis años ofrece ramos de fresias, rosas y yerberas en Los Hornos. Ni los fríos polares de invierno ni el calor agobiante de enero detienen al muchacho de pelo tricolor. Su presencia, su alegría y su respeto fueron los artífices para ganarse el afecto de vecinos, peatones, automovilistas, choferes de colectivos y comerciantes. Reconoció en diálogo con NOVA estar muy feliz con el cariño que recibe de la gente.

Muchos se especializan en criticar los valores de la juventud, pero Juanjo llegó para romper esos prejuicios y a partir de sus actitudes conquistó a los platenses, quienes no dudaron en festejarle el cumpleaños en su lugar de trabajo. El organizador del evento en plena calle fue Juan Gastón Rodríguez, chofer de la línea Oeste; se encargó de reunir el dinero para adornar con globos las columnas, agasajarlo con una torta y hacerle regalos.

No es habitual verlo triste a Juanjo, puede tener problemas personales pero trata de no trasladarlos a su actividad. Un día la bronca e impotencia se adueñaron de él: le arrebataron aquel premio que consiguió con el esfuerzo y trabajo de todos los días. Su bicimoto ya no estaba más.

La tristeza lo sacudió, pero no pudo derribarlo. Juanjo no bajó los brazos y redobló las energías, aunque sabía que iba a ser difícil volver a tener una joya como aquella. El baile con el que conquista chicas en el boliche al ritmo de la cumbia volvió a 144 y 43, también reapareció la danza con la que reclama cortes a los motociclistas.

Invadidos por la injusticia, los vecinos no se quedaron con los brazos cruzados. Decidieron devolverle a Juanjo la alegría que transmite en los escasos pero renovadores 35 segundos del semáforo con un premio. La bicicletería del barrio fue el lugar donde los vecinos podían dejar allí su colaboración; cuando llegasen al valor, retirarían una bici común.

La movida comenzó en las redes sociales y venía encaminada, pero un joven, conmovido por la historia de Juanjo, volvió a cachetear a los que se llenan la boca de palabras hablando de la juventud. Agustín Plaza donó la bicimoto que sus padres le compraron con mucho esfuerzo: “Sin conocerlo te das cuenta que es un excelente pibe; me conto todo el sacrificio que hacía para ayudar a su familia que son varios hermanos, y por eso decidí dársela a él”, le reconoció a este portal.

El adolescente de 17 años de Villa Progreso contó que la bicimoto se la habían regalado hace cuatro años: “Lo conocía de pasar por la 44 y verlo siempre ahí, firme. Lo hemos visto a la mañana, a la tarde y hasta a la madrugada tratando de vender el último ramo. Cuando supe que le habían robado la suya, le pregunté a mi vieja si podíamos regalársela, y ella tampoco dudó”.

Al rodado hubo que hacerles algunas modificaciones para ponerla en su mejor estado y acorde a las capacidades motoras de Juanjo. La misión estaba cumplida y este muchacho volvió a demostrarles a los ciudadanos que se puede, que no hay imposibles y que las buenas vibras tienen más potencia que cualquier título o apellido. Acá están, estos son los verdaderos valores de la juventud.

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