La historia viviente
Exclusivo de NOVA: Capítulo 5

El escape ingenioso de Toto Bianchi: cómo las palomas mensajeras mantuvieron el secreto

Toto Bianchi, leyenda del peronismo. (Foto: NOVA)
Pepitito Marrone, el histórico humorista, quien vivió un tiempo en Ensenada. (Foto: NOVA)

Por Alejandro Casalongue, de la redacción de NOVA

Posteriormente a la historia narrada sobre el histórico peronista ensenadense, Toto Bianchi y el humorista Pepitito Marrone, dos grandes amigos, a Toto, no sabían dónde meterlo, (era intensamente buscado por la policía y por la Revolución Libertadora que derrocó a Perón en 1955), pero resultó ser que Pepitito y Toto, tenían un amigo en común que era dueño de campos en Bavio, partido de Magdalena, a unos 20 kilómetros de La Plata.

En esos campos escondieron a Toto y su amigo, para que los militares no los encuentren, ya que estos mismos, querían destruir todo lo que tuviera que ver con el peronismo. Al instalarse le avisan de forma clandestina a la mujer de Toto Bianchi, donde se encontraban, para que se quede tranquila, ella vivía en Campamento, un pequeño barrio antiguo de Ensenada.

A su vez, en Campamento, habitaba el hermano de Toto, que era colombófilo, (dicha actividad, consiste en la cría y adiestramiento de palomas para convertirlas en mensajeras, capaces de volver a su palomar), en aquellas épocas se usaba mucho como sistema de mensajeria. Como en ese entonces no existían los medios de comunicación que hay hoy en día, se manejaban con Toto a través de las palomas.

El hermano de Toto le llevaba las aves al campo en Bavio, y cuando el necesitaba comida, o lo que fuera, escribía el mensaje, lo colocaba en la pata de la paloma, y está volvía a su palomar en Campamento, y era el yerno de Bianchi, Cacho Rubeo quien llevaba las cosas hasta allí.

En un encuentro clandestino con su esposa, en la ciudad de La Plata, en la plaza de 1 y 38, Toto es interceptado por la policía, quien lo detiene y lo lleva al pabellón de presos políticos en la carcel de Olmos. Pasa allí dos años, hasta que lo liberan, regresa a Ensenada, y hasta la vuelta del general Juan Domingo Perón, termina vendiendo vino y aceite suelto, traído desde Mendoza, en el garage de su casa.

Tuvo que mantenerse en el anonimato, durante largos años, solo por pagar el precio de ser peronista...

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