Perfiles urbanos
Crecimiento total

Donde pone el ojo acierta: la vida de una persona que siendo humilde, llegó a las grandes ligas

Gastón Marcelo Lofeudo junto a su pareja.
Lofeudo junto a sus amigos.

Todo comienza en algún momento de la vida, algunos van a misa, otros antes de dormir sueñan con un futuro mejor o bien, quienes ven una estrella fugaz, buscan que se cumplan sus deseos.

En este caso, la vida de Gastón Marcelo Lofeudo, es de admirar. Nació el 26 de mayo de 1972 en la ciudad de La Plata. Su vida la marcó su impronta, imaginación y su palabra para cumplir lo que promete.

Con su padre, quien lo adoptó, “Pocholo” Lofeudo, fue inculcado con dos cosas importantes que ninguna escuela de la alta alcurnia te enseñaría: el respeto y ser humilde.

Fue así como Gastón empezó su educación en el colegio, llegó a séptimo grado y después, por cuestiones de la vida misma, decidió salir a la calle a trabajar.

Muchos dirán que sin saber escribir o sin aprender las tablas, le iría mal en la vida pero, con la perseverancia que tuvo y el habla con los demás, logró grandes cosas. Comenzó vendiendo caballos, criandolos, cuidándolos bien y llevándose una buena porción de dinero para quienes buscaban animales competitivos para poder negociar en los mercados.

Con el paso de los años, también estuvo aprendiendo la profesión de peluquero, cortando y mejorando día tras día, convirtiéndose sin estudiar, en estilista y así, perfeccionando sus manos para dejar cada cliente con una sonrisa.

De este modo, paso a paso, tropezones de la vida y la gente que se cruzó en la vida de Lofeudo, hizo que generase un conocimiento sin igual, proyectando nuevas ideas y deseos.

Cuando tuvo la posibilidad en el año 2000, viajó a México, llegó con cien dólares, lo estafaron y creció con 20 dólares que le sobraron. Su sueño se mantenía intacto y fue claro está, perfeccionarse en la profesión de estilista y fue así como, con el correr de los años, creó un producto para el cabello, vendiendo shampoos, keratina y demás elementos que servían para el hombre y la mujer, convirtiéndose de golpe y porrazo, en un empresario de alto vuelo.

Fue así como con el correr de los meses, adquirió un yate, el cual después alquiló y así sucesivamente hasta tener 12 yates en total.
Claro está que, esta visión de negocios, no sería nada sin el apoyo de su pareja e hijo, quienes día a día lo alientan a seguir creciendo y mejorando.

Y, con el correr de los años hasta la fecha, tiene una empresa en México de productos de belleza y, recordando a sus amigos que lo acompañaron desde el día uno, les regaló de sorpresa un pasaje a cada uno, para que vayan de vacaciones y disfruten.

Lofeudo, de corazón abierto, siempre buscó dar lo mejor y trata de que su familia aprenda a ser humilde, que siempre no se “crean más que otros”. De ese modo, la empresa que tiene, abre miles de millones de puertas para la comunidad, con más de 50 empleados que dejan el alma en el trabajo.

Actualmente, sus amigos de la infancia y adolescencia, siguen mensajeandolo y recordandolo como el purrete que daba todo por la familia. Es así como Lofeudo enseñó que sin importar el dinero, lo que más importa es la amistad y los momentos que se atesoran con las personas que uno ama.

Ojala en la vida nos crucemos amigos como los que tiene Gastón Marcelo Lofeudo y que haya más como él que, sin importar el dinero, esté con aquellos que desde el día uno lo apoyaron en las buenas y en las malas.

Le deseamos lo mejor en México y que siempre tenga en claro que, la ciudad de las diagonales lo recibirá con las puertas abiertas.

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