Perfiles urbanos
Camino de crecimiento

De revoltoso en la escuela a ser aplaudido en los teatros y lugares de trabajo

Guillermo Daniel Perelstein, nació en el Campamento Vespucio de la provincia de Salta, allá por 1955.

Todos pensarían que cuando un nene es revoltoso, merece ser disciplinado o en todo caso, buscar la manera para que se calme y se centre en algo. Pero, quienes son los más revoltosos, son quienes en algunos casos, encuentran el éxito en su vida.

Aquí aparece Guillermo Daniel Perelstein, quien nació en el Campamento Vespucio de la provincia de Salta, allá por 1955. Con el correr de los años, la familia se fue agrandando y Guillermo empezó a tener compañía hasta conformar un equipo de tres hermanos.

Durante su infancia, comenzó Guillermo a ser revoltosos y sus padres no alcanzan a alzar la voz ya que no sabían cómo nombrarlo. Guille, Guillermo, Daniel, Perelstein, Dani, pero no había resultados, él seguía haciendo lo que le gustaba.

Rápidamente la madre prefirió que lo cuide su vecina, para “controlar” un poco sus actitudes y, como era maestra, le empezó a dar clases y así, de golpe y porrazo, comenzó a saber contar, escribir y leer.

Ese avance en su corta edad de 3 a 5 años, sirvió para que este adelantado a su grupo de compañeros de colegio.

Pero, como cuestiones de la vida, tuvo que partir junto con su familia a la ciudad de La Plata, donde su padre comenzó a trabajar en YPF y su madre, busco colocarlo en un colegio.

Al ser revoltoso, la maestra lo tomó por una semana para ver si se “comportaba” pero de ese modo, buscó interactuar con Guillermo y fue así que comenzó a estudiar en el establecimiento educativo.

Con el correr del tiempo, se recibió de técnico mecánico, estuvo pilotando aviones y después ingresó en la Universidad Tecnológica Nacional.

Esa personalidad de Guillermo, sirvió para hacer todo lo que se proponia. Rápidamente, comenzó a trabajar y se metió en YPF. Por su cuenta, buscó llegar lejos y no aceptó los puestos que lo querían poner sus “superiores” quería ganarse ese lugar y comenzó a hacer zanjas, después a la parte de comunicaciones.

Todo en tan poco tiempo y uno diría, la vida que tuvo pero, eso no es todo. Con 20 años, entró a la colimba y pasaron simplemente 3 meses, y lo dejaron por ser asmatico. Claro, por el clima y demás, se despertaba el asma en Guillermo, cosa contraria cuando iba de chico a Mendoza, donde nunca tuvo un ataque.

Fue así como con el correr de los tiempos, aprendió el respeto, las reglas de juego y cómo comportarse ante oficiales, civiles y compañeros.

Poco a poco continúo aprendiendo, mejorando y empezó a disfrutar lo que hacia, viendo cómo se comportan en el interior del país, los tratos, modismos y, rápidamente, en ese afán de ser “libre” empezó a mostrar sus habilidades en la actuación y, dentro de YPF, empezó a hacer obras de teatro con sus compañeros.

Fue así como decidió en Salta, estudiar con un profesor y no pudo seguir en ese camino, por falta de tiempo. Entre el trabajo, mantener su vida estable y la actuación, se le iba complicando y recortó en lo que él creía que era su hobby.

Cuando volvió en 1980, casado con su pareja Marcela, tuvo tres hijos y, al abrir sus ojos, vio su vida pasar rápidamente y decidió, claro está, intentar nuevamente ingresar en el mundo de la actuación.

Fue así como en 1982, ingresó a trabajar en la ciudad de La Plata, vendiendo autos, planes de ahorro, entre otras cosas. Ahí entendió en ese momento, que la vida se pasa volando, que hay que disfrutar cada momento que le toca del día.

Fue así como, sin importar nada, seguía trabajando y se daba el gustito de pisar el teatro. En 1992 empezó a hacer producciones, lo llevaban junto con su equipo de compañeros a diversos puntos de la provincia de Buenos Aires.

Ese trabajo de tiempo y desgaste, lo fue haciendo con gusto, amor y empeño, para seguir creciendo en esa área junto a su cuñado.

Ya en la actualidad, Perelstein se dio media vuelta y al verse en el espejo recordó que fue gerente en una empresa privada de hipermercado de frutas y verduras, por el supercross en la costa bonaerense, los dichos de sus padres, las idas y vueltas en los colegios, su pase por la Universidad y, al cerrar esa puerta, encaró junto con Nicolas Varone, su nuevo show “Esperando el Lunes”, una comedia que se estrenará en la ciudad de La Plata con una enseñanza para todos los presentes.

Con 67 años, una sonrisa de oreja a oreja, Perelstein sueña con que el Pasaje Dardo Rocha se colme de vecinos que lo vean actuando. En el mientras tanto, seguirá revoltoso como siempre, buscando que hacer de su tiempo, mientras trabaja y disfrutar de cada persona que se encuentra en su día a día.

Ojalá haya muchos Guillermo Daniel Perelstein, revoltosos, vuelteros, buscando cumplir sus sueños mientras trabajan y se esmeran para dar lo mejor en el día.

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