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Cambios para bien: de dejar la droga a ser un mensajero de la palabra del bien

Juan José Cortez, a sus 28 años, supo que era momento de cambiar y de revertir la situación que vivía desde que tenía 13 años.
Comenzaron a llevar adelante la Casa Hogar de Cristo, donde reciben a los jóvenes en la Casita Libertad de calle 33 entre 1 y 115.

Por Pedro Domínguez, de la redacción de NOVA

En la vida tropezar con una piedra es lo más normal del mundo, capaz que caigamos una o varias veces, pero la astucia de la persona está en saber en qué momento podemos corrernos de aquella piedra y seguir nuestro camino.

Es así como Juan José Cortez, a sus 28 años, supo que era momento de cambiar y de revertir la situación que vivía desde que tenía 13 años.

Cortez nació en Morón y fue criado con su familia en Rafael Castillo, en un barrio humilde de La Matanza, junto a sus padres, hermanos y tíos, fue creciendo y aprendiendo valores en el día a día.

Como causas de la vida cotidiana, las distintas entre familiares fueron creciendo, al punto de que comenzaron a perderse aquellos encuentros de unión familiar, en las festividades como Navidad y en los mismos cumpleaños, pero siempre, teniendo recuerdos hermosos con aquellas personas que marcaron su vida.

En el transcurso de sus primeros años de adolescencia, Juan José Cortez -conocido como “Juanjo”- veía como su padre y madre discutían a cada hora y en cada momento del día en el que se veían. Con un padre que tomaba alcohol y una madre que renegaba en cada momento por la situación que se vivía.

Era cuestión de días, para que se separasen y dejasen a Juanjo viviendo con sus tíos junto con su hermano, hasta saber qué ocurriría en su vida. Ese fue el primer quiebre en la vida familiar del joven, quien buscó seguir adelante en búsqueda de un camino mejor para él.

Con un primario que le costó bastante, siguió progresando y encontrando una solución a su vida, el trabajo. Allí, su padre lo lleva a Paternal donde finaliza con sus estudios y, al no querer seguir adelante con el secundario, se pone a trabajar en una imprenta que se encontraba a pocos metros del club Argentinos Juniors.

En ese momento, con 13 para 14 años, comenzó a saber el valor del dinero y, con ello, se volvía a su viejo barrio para juntarse con sus amigos a tomar cerveza. En ese momento, Juan José Cortez tropezaba nuevamente con una piedra (la primera el no finalizar el secundario y, en esta ocasión, aquellas reuniones con alcohol).

Allí, Juanjo con sus amigos consumía alcohol hasta que, de buenas a primeras, dejó a sus viejos conocidos y en una plaza de Caballito, conoció a un grupo de jóvenes con el que pasó a probar diversos estupefacientes, entre ellos la cocaína, el poxiran y la marihuana.

Ese tercer quiebre en su vida, derivó en que se alejará de su familia y su agenda del día sea ir a trabajar para finalizar en la plaza. Esa rutina era diaria, generando una grieta constante con su padre, quien seguía bebiendo alcohol y su hermano, quien también había comenzado a consumir.

7 años pasaron para que diese un frenó en su vida, allí conoció a una persona con la que tuvo una hija, vivieron en Lugano, pero, a pesar de tratar de limpiarse, en reiteradas ocasiones bebía alcohol y fue motivo por el cual, se encendieron las alarmas de su cabeza y Juanjo buscó el modo de salir definitivamente, lamentablemente, ya era tarde.

Separado de aquella persona, volvió a sucumbir en la soledad, la tristeza y nuevamente en las drogas. Estando solo en la calle, buscaba donde dormir, que comer y qué hacer en el día a día en la plaza, yendo con gente cada vez más peligrosa, donde seguía teniendo sus vicios, de manera más práctica.

Como circunstancia divina de la vida, el 12 de agosto del 2005, con 28 años y fecha en la cual cumple años, su cabeza hizo un click que le cambió su hoja de ruta.

Automáticamente Juanjo rompió el vidrio de la casa de su padre, se puso a ver televisión y a llorar desconsoladamente hasta quedar desmayado. Al despertar, vio a su papá y lo primero que le pidió fue ayuda.

Rápidamente fueron a San Justo, donde funciona un programa que ayuda a los jóvenes con adicción, de ahí lo derivaron a José C Paz, al Hospital Mercante, donde le realizaron diversos estudios y, posteriormente, llegó a la ciudad de La Plata, donde encontró su lugar.

Desde el 2005 al 2007 estuvo en el espacio Darse Cuenta, lugar donde terminó su tratamiento y pudo salir adelante realizando cambios, pinturas, y diversos trabajos que, gracias a los padres de aquella comunidad, pudo alquilar una casa y estar viviendo actualmente en La Plata.

En ese momento, aparece Griselda en su vida, quien se convertiría posteriormente en su esposa y quien le dio dos hijos, Lorenzo y Mateo.

Allí, Juanjo en vez de seguir tropezando con la misma piedra, se hizo a un costado y siguió su camino, creciendo exponencialmente en un nuevo desafío junto a su mujer, ayudar a los demás.

Fue así como desde el barrio de San Carlos, mantuvieron una reunión con los curas villeros y comenzaron a llevar adelante la Casa Hogar de Cristo, donde reciben a los jóvenes en la Casita Libertad de calle 33 entre 1 y 115, para brindarles una contención. Actualmente con 44 años, Juanjo sigue en el camino de ayudar a quienes se sumergieron en las mismas penurias que él pasó.

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