Perfiles urbanos
Un ejemplo

Adrián Reynoso, un luchador al que los problemas lo impulsaban para adelante

El luchador platense Adrián Reynoso.
Adrián Reynoso de joven.
Integrando el equipo nacional de básquet.

Por Marcelo Moriconi, especial para NOVA

Quedó sordo de pequeño producto de un enfermedad y siempre trabajó para superarse. Jugó al fútbol, al básquet, se destacó en sus estudios y se vinculó a la política para generar proyectos. Desde sus 18 años intentó entrar en la administración pública y recién lo logró a los 44. Se trata de Adrián Reynoso, presidente de la Federación Argentina de Básquetbol Silencioso, hoy representantes mundialistas y en crecimiento constante.

Nació en Saladillo en 1965 y a los siete años producto de una meningitis perdió la audición. Aún recuerda cuando su papá ingresó a la habitación, le habló y le respondió que “no me hables que no te escucho”.

Mencionó Adrián, que “los antibióticos, muy precarios en esa época, me salvaron de la muerte, pero me resecaron los nervios auditivos, por lo cual desde ese momento soy sordo profundo, aunque mantengo gran parte del habla gracias a que, en el momento de dejar de oír, ya la había adquirido”.

La enfermedad le trajo secuelas, tampoco podía caminar y su recuperación demandó a sus padres llevarlo a CABA y a La Plata en busca de respuestas, allá por 1972, año en el que se establecen en el Barrio de Los Hornos.

Las recomendaciones médicas por eso años aconsejaban a su mamá, modista de profesión, que lo envíen a una escuela común, no de sordos “porque hablaba bien y podía leer los labios”, y que haga deportes. “Mi mamá cometió el tremendo error de llevar a un chico de 8 años que apenas podía caminar, al club Estudiantes y encima a Yudo”, comentó entre risas.

“En ese lugar me revoleaban de un lado a otro chicos más grandes que yo y terminaba todas las clases llorando y pidiendo irme. Así fue, un tiempo después mi tío me llevó a probarme como arquero a Gimnasia y a pesar de mis dificultades motrices, el delegado Ángel Mariscal me dejó entrar. Así entrenando con los chicos de allá me recuperé y pasé a integrar las inferiores de Gimnasia, jugando los torneos metropolitanos, hasta que dejé en el año 80”, apuntó.

Su espíritu luchador lo puso a prueba cuando tuvo que reintegrarse a la escuela y en varios establecimientos educativos lo rechazaban por ser sordo, hasta que tuvo la oportunidad en un colegió privado en donde resaltó en todo sentido, con el estudio y en hacerse respetar ante las burlas.

“Me rechazaban de todas. No estaba arraigado en ese momento el tema de la integración y la inclusión. Solamente el Colegio San Pío X me dio la oportunidad de ser el único alumno sordo de la escuela, como una prueba que pasé con creces en primaria, secundaria y sirvió para que más adelante otros chicos y chicas con discapacidad cursen en esa escuela”, expresó. Y agregó que “mis compañeros nunca se burlaron, igual siempre aparecía algún pelotudo, pero me hice respetar. Al final todos terminaron queriéndome, algunos a la fuerza”.

La falta de trabajo

Terminó la secundaria cuando Alejandro Armendariz, también de Saladillo y amigo de su familia era gobernador bonaerense. “Me acicaló mi mamá, fuimos a verlo y nos atendió un secretario privado que les ordenó a 5 secretarios más que se encarguen de mi tema. Estuve un año dando vueltas de acá para allá y después se borraron”, indicó.

“Intenté estudiar contaduría, pero entre las dificultades de comunicación en la UNLP y la falta de empleo, abandoné y me fui a vivir al Sur, a Comodoro Rivadavia allí tuve mi primera entrevista de trabajo real y, entre 80 postulantes, quedé como corrector del diario Crónica. Con el tiempo me pasé al periodismo deportivo por hobby. Tenía hasta carnet habilitante y era miembro del centro de periodistas deportivos de Comodoro”, relató.

En 1989, regresó a La Plata en donde retomó los trámites para ingresar a la administración pública y con la intención de alguna vez dedicarse a la política para pelear por la diferencias hacia las personas con discapacidad.

A razón, Adrián rememoró que “es largo y verdaderamente increíble contar todas las cosas que hice, que me pasaron, los méritos que tenía mientras veía como otras personas sordas mucho menos calificadas entraban sin dificultades al banco provincia, a los ministerios”. Y lamentó que “una vez lo esperé al gobernador (Antonio) Cafiero en la puerta de radio Provincia a las 6 de la mañana en julio, era de noche, tenía la data que iba a ir. Cuando me acerco, me agarra la custodia y me apuntan con los fierros pensando que era un ataque subversivo. Recién cuando les dije que era sordo pidió que me soltaran y pude entregarle una nota que guardó y fue contestada por su esposa una semana después pegándome una patada más en el orto, pero con palabras muy lindas”.

Allá por el año 1992, cuando trabajaba en una fábrica de botones, fundó el primer instituto provincial de enseñanza de Lengua de Señas Argentina enteramente dirigido por Personas Sordas.

“Por ahí pasaron más de 3 mil alumnos en 19 años (consideró) paralelamente trabajé en una escuela privada con niños y adolescentes sordos y nunca dejé de tramitar, sin éxito, mi ingreso a la administración pública. Comenzamos en la Asociación de Sordomudos de La Plata, 8 y 43, pero como ese trabajo era incompatible con mis funciones como secretario de la Asociación, pasamos todo al Instituto “Despertar” de 9 y 42, siendo la primera institución educativa para Sordos que aceptó la Lengua de Señas Argentina como su primera Lengua”.

Señaló Reynoso que una vez tuvo la oportunidad de brindar una charla sobre cultura y lengua sorda y que, al finalizar, cerca de 50 personas se le acercaron para que les enseñe la Lengua de Señas. Luego de capacitarse para la enseñanza de segundas lenguas, armó un programa con lingüistas especializadas en el tema y arrancó con las clases: “A los 3 meses teníamos 200 alumnas/os, hicimos ilustraciones de los programas con dibujos del Negro Fontanarrosa, Quino y Caloi, que se sumaron a la propuesta”.

La vinculación con el Fontanarrosa la había agendado su papá, un empleado legista, locutor, escritor y actor, que le había abierto las puertas al “negro” cuando llevó al querido personaje de Inodoro Pereyra al teatro a Saladillo en 1978.

Su despegue junto al básquetbol para sordos

Adrián tuvo su acercamiento a la política para acompañar a un encumbrado hombre de la política en La Plata, ya sea en el Concejo Deliberante como en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires hasta que éste ingresó al Municipio. Esos años de empuje de leyes que favorecieran a las personas con discapacidad se transformaron en una gran desilusión que lo llevó a alejarse y le permitió un nuevo renacer.

“Tras laburar varios años en política, la actitud de alguien que al llegar al poder se olvidó de la gente a la que defendimos por muchos años, me hizo alejarme y dedicarme sólo a laburar en el Ministerio de Seguridad, donde entré en el 2009 a los 44 años y tras 26 años de lucha”, respondió.

Yagregó que “en medio de tanta paz me llegó la invitación para un reencuentro de ex jugadores de la Selección Argentina de Básquetbol para sordos, en Córdoba, año 2018. Yo salí Campeón Sudamericano en 1991 en San Pablo. Ahí fuimos, a vernos después de 23 años. gordos, calvos, feos, la mayoría con un estado físico lamentable. Pero nos cagamos de risa, jugamos igual, nos emocionamos, comimos asado, tomamos vino. O sea, todas las cosas lindas de la vida en un sólo día”.

En ese reencuentro se enteró que la Federación Argentina de Básquetbol Silencioso, estaba prácticamente abandonada y a punto de quedar afuera del mundial de Polonia 2019. Uno de los invitados sugirió que Reynoso era el indicado para hacerse cargo de aquel aquelarre: “Todavía estoy tratando de averiguar quién fue el hijo de puta. El tema es que de la selección me invitaron a conocerlos en una concentración en Elortondo, me contaron sus penurias, los vi jugar, me cayeron bien”.

Su vida dio un giro en ese momento cuando los jugadores le pidieron que se presente en las elecciones de la FABS en octubre de 2019. Para ese entonces, la organización contaba con sólo 4 asociaciones afiliadas, ni pelotas, ropa, y había deudas.

En ese desorden, Adrián comentó que “me metí a ayudar, organicé la concentración pre Mundial 2019 sin ser presidente, en La Plata, y sin ninguna ayuda política del Municipio. Los chicos viajaron de milagro y en octubre me ungieron presidente y a pesar de dos años de pandemia estamos terminando nuestro mandato y pasamos a 11 asociaciones afiliadas, tenemos pila de ropa, pelotas nuevas oficiales, ninguna deuda, fondos propios, sponsors, aumentamos al doble la cantidad de seguidores en nuestras redes, llegamos a gente muy conocida, viajamos a todos los torneos, clasificamos a las Sordolimpiadas de Tokyo 2025, organizamos el Panamericano en CABA y ganamos la sede del Mundial U21 y del Mundial de 3x3 el año que viene. Además, creamos los Nacionales de 3x3 y refundamos el básquet femenino. Estamos a un pasito de formar el primer seleccionado femenino de sordas y comenzar talleres de basquet en escuelas de sordos de la Provincia”.

Este sumun de alegrías y cuando personalmente sentía que tocaba el mundo con sus manos a raíz del esfuerzo, el tiempo y las ganas que le dedicó a un proyecto que convirtió en exitoso, tuvo un golpe difícil de asimilar al perder a su compañera de vida.

“Cuando murió mi esposa Marcela, el año pasado, me hizo arrepentirme de todo eso bueno que conté que hicimos en el básquet, ya que me puse a pensar que por hacer eso, sin saberlo, me perdí mucho de mi último tiempo al lado de ella”.

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