Por Emilio Raffo, especial para NOVA
En estos días se ha difundido la noticia que, luego de casi treinta años, se estaría desmantelando la Orquesta de la Municipalidad de La Plata.
El fundamento, se dijo, que resultaba desmedida la pretensión de otorgar a la Fundación La Plata (que tiene a su cargo el manejo de dicha actividad) un subsidio mensual de $ 1.029.00O para atender las diversas erogaciones que deben realizarse con el loable objetivo de contribuir a la Cultura…palabra caída en desuso en estos días y no sólo al pago debido a los integrantes de la misma y el personal imprescindible para coadyuvar a esa tarea.
En realidad esa información es, cuanto menos parcializada, y por lo tanto muy cercana a la mendacidad.
Ello así, puesto que con dicha inversión presupuestaria, deberían atenderse la totalidad de los gastos emergentes del proyecto, se intentaba, de excelencia que incluiría, a modo de ejemplo la participación de la célebre Martha Argerich, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y demás artistas que fueran convocados en el curso del año
Se ha dicho, alegremente, que mediante este subsidio los músicos pasarían a percibir en forma mensual una suma cercana a los $ 40.000, un dislate parecido sería sostener que, habida cuenta el presupuesto del Concejo Deliberante, si el mismo fuese dividido por sus 24 integrantes, esto nos diese la remuneración mensual de los representantes comunales.
Se dijo que el intendente Julio Garro, comprometido con el mantenimiento de la Orquesta, habría girado el proyecto al Concejo Deliberante, en donde – al tratarse de un cuerpo eminentemente deliberativo – no obtuvo la esperada aprobación con pié en la idea de reincorporarse a los integrantes de la Orquesta Municipal, a la planta permanente del personal municipal.
Siguiendo esa idea los integrantes de la Orquesta ingresaron un proyecto mediante expediente 61.194 (al que puede accederse por intermedio de la página web oficial de la Municipalidad).
Lo cierto, a mi modesto entender, la actuación de una Orquesta Municipal, como cualquier actividad cultural no puede ser tratado con un criterio economicista.
Así parecieron entenderlo algunos Concejales, entre ellos José Ramón Arteaga, su compañero de bloque Oscar Vaudagna, así como también Lorena Riesgo (propuso pronto despacho y el tratamiento conjunto en las comisiones respectivas) y Florencia Saintout en la sesión del pasado 31 de agosto, en donde se trató el tema. Todos ellos en la télesis de garantizar la continuidad de la Orquesta.
Digamos que la Orquesta está integrada por 24 músicos y dos asistentes, uno administrativo y otro técnico.
Debo admitir que no puedo indicar que suma presupuestaria correspondería por la incorporación de los 26 integrantes de este cuerpo.
Pero como muchas veces ocurre, el árbol no los deja ver el bosque…
Puesto que no basta abonar los sueldos, aportes patronales etc. de los integrantes de la Orquesta y del personal capacitado mínimo indispensable para coadyuvar a esta tarea.
Deberán sufragarse las contribuciones a Sadaic, los gastos de partituras y disponer de los ambientes necesarios y adecuados para los ensayos, los traslados de los músicos y sus instrumentos a los lugares de actuación, etc etc.
Lo que no se dice tampoco, es que los instrumentos con los que ejecutan sus actuaciones pertenecen, en su gran mayoría por no decir en su totalidad, a los músicos.
Si bien no puede hacerse una estimación minuciosa de los valores de los mismos (dependerán de su antigüedad, quienes fueron sus lutieres, calidad, etc etc.), no resultaría exagerado afirmar que el valor de dicho instrumentos resultaría cercano a los $ 3.000.000. A ello deben agregarse los gastos de seguros, reposición de cuerdas, encerados entre otros, sumas estas que irrogarían unos $ 520.000. (Según una estimación a “ojo de buen cubero” como usualmente se invoca). Ello sin contar “la batuta” del director. Cuyo costo desconozco
Piénsese si los músicos colocasen esas sumas a un interés bancario corriente podrían alegremente obtener una renta sin salir de sus casas.
Por el contrario, como ya lo he afirmado y alejando el criterio meramente economista que parece haber anidado en algunos asesores del ejecutivo municipal (no así respecto al intendente Julio Garro a quién reconozco su capacidad intelectual, académica y su interés por las cuestiones culturales), no resulta encomiable admitir el desmantelamiento de esta noble actividad para el solaz de los platenses y de todas aquellas personas que quieran deleitarse con esta manifestación cultural. Al menos por los criterios que, hasta ahora, se invocan.