A fuerza de voluntad: dejó de ser policía y montó la cervecería más amada por los platenses
Por Pedro Domínguez, de la redacción de NOVA
El ser humano está diseñado para tener desafíos, si una persona no los tiene, tal vez ya esté en otra etapa de su vida. Es así como aparece Carlos Ayala, quien no se da por vencido y siempre algo nuevo, crea.
Carlos Ayala nació en la ciudad de La Plata y vive hasta la actualidad en Los Hornos. Allí estuvo siempre rodeado del cariño de su familia y de sus amigos, con quienes iba siempre a jugar a la pelota. De buenas notas, logró sobrellevar el primario y el secundario en la Escuela San Miguel y posteriormente en el Albert Tomas.
Con una idea fija y un desafío más que importante en su vida, Carlos se anota para la escuela de policía, donde se perfeccionó y avanzó hasta ser subcomisario y estar en las distintas comisarías de la ciudad como jefe de cárcel. Además, realizó cursos de oficial con el objetivo de seguir subiendo de escalafón en su carrera.
Con un pasar tranquilo, Ayala siempre mantenía sus dos amores en una balanza de equilibrio, por un lado, su profesión y por el otro su mujer, con quien tuvo una hija que actualmente tiene 20 años.
En el transcurso de su vida, las cosas se fueron complicando en su relación sentimental, derivando en una separación, que posteriormente, derivó en la aparición de una nueva persona que, hasta la fecha, es su sostén día a día y quien lo ayuda a cumplir sus metas.
Actualmente, con dos hijas más, Carlos afrontó un nuevo desafío dándole una mano a su hermano, para poder lograr la cerveza perfecta.
Retirándose de las fuerzas policiales, Carlos Ayala tenía un objetivo que iba muy arraigado a la idea de su hermano, hacer cerveza. Desde el garaje de su casa, comenzaron a inventar e innovar diferentes sabores, hasta que, en el séptimo intento, lograron con éxito su objetivo y comenzaron a comercializar.
Cuando empezaron a ver la rentabilidad económica del mismo, dejaron el garaje de la casa y se instalaron en 65 entre 5 y 6 donde nació Kiefer.
Allí, abrieron un espacio para recibir a los platenses y turistas de la ciudad, para brindarle el máximo confort a través de cervezas a precios económicos, sumado a una rica comida para disfrutar de la noche con diversos eventos.
Pero, lamentablemente, Ayala tuvo que esperar 365 días para volver a abrir su segunda casa. Con la pandemia presente, Kiefer había cerrado sus puertas, pero la familia que había armado el emprendimiento no se dio por vencido y siguió buscando e innovando sus productos para salir nuevamente al mercado de la cerveza.
Fue así como en agosto del 2021, sin esperar un segundo más, reavivaron Kiefer y salieron con todo a la cancha, realizando eventos, jornadas solidarias, shows y karaokes.
En este camino de crecimiento, en el cual recién comienza, Ayala recuerda su garaje y actualmente su espacio en Kiefer, considerándolos como una segunda casa, una nueva forma de vivir y principalmente, una manera distinta de vivir junto a su familia.