En contraste, la autopsia oficial realizada por la Asesoría Pericial de La Plata —a cargo de cuatro especialistas forenses— concluyó que la víctima no presentaba golpes, lesiones traumáticas ni signos de violencia externa.

El informe determinó que la muerte fue de origen natural, causada por una cardiopatía preexistente agravada por el consumo de sustancias.

Sin embargo, esa pericia científica fue desestimada por el tribunal, mientras que el informe cuestionado fue tomado como elemento central para la condena.

Testimonios ignorados

La defensa señala que también se descartaron testimonios clave durante el proceso: declaraciones de efectivos policiales que afirmaron haber tenido al detenido a la vista, un legajo fotográfico en el que no se observan lesiones, y el testimonio del compañero de celda, quien negó rotundamente que la víctima hubiera sido golpeada.

El drama familiar

Pero el caso no solo afecta a José Antonio Cáceres. Su familia vive desde hace más de seis años el peso de una ausencia que marcó especialmente a sus hijos.

Agustín, su hijo mayor, quien vivía bajo su tenencia, tuvo que enfrentar abruptamente la vida sin su padre.

Los más pequeños crecen sin las rutinas cotidianas que construyen la infancia: las meriendas compartidas, los cumpleaños juntos, los abrazos antes de dormir.

Este mes, la familia Cáceres vivirá su sexta Navidad con una silla vacía en la mesa.

El lugar de José sigue reservado, a la espera de que la Justicia, según confía su entorno, corrija lo que consideran un error judicial.

La apuesta por la Corte Suprema

Fabián Amendola, abogado defensor de Cáceres, se mostró dispuesto a exponer públicamente cada irregularidad del expediente.

Confía en que la Corte Suprema de Justicia revisará el caso y podrá revertir una condena que, sostiene, destruyó la vida de un hombre y su familia.

Mientras tanto, José Antonio Cáceres espera desde el encierro lo más básico: su libertad. Y La Plata, una vez más, pide ser escuchada.