De hobby en pandemia a no parar de crecer: la historia de Brisa, la pastelera de Altos de San Lorenzo




Por Alejandro Casalongue, de la redacción de NOVA
Brisa tiene 22 años, vive en el barrio Altos de San Lorenzo, en La Plata, y desde hace dos años convirtió su pasión por la pastelería en su trabajo fijo. Pero su historia, como la de muchos jóvenes, estuvo marcada por los desafíos que trajo la pandemia. Su emprendimiento nació casi sin querer, mientras terminaba el secundario de forma virtual y buscaba formas de ocupar el tiempo en casa.
En aquel contexto de encierro e incertidumbre, empezó a experimentar en la cocina. Hacía tortas para los cumpleaños de sus familiares, amigas y amigos, como una forma de acompañar los festejos desde lo casero y artesanal.
Poco a poco, las tortas se volvieron protagonistas de cada mesa. La calidad de sus preparaciones no pasó desapercibida: todos le decían que tenía que empezar a vender, que lo suyo era mucho más que un pasatiempo.
Animada por ese impulso, decidió crear redes sociales para mostrar lo que hacía. Subía fotos, respondía mensajes y armaba pedidos, todo desde su casa. El boca en boca fue clave para que su nombre empezara a circular en el barrio.
Mientras tanto, seguía cursando el último año del colegio y ya pensaba en su futuro: su plan era anotarse en la carrera de Nutrición. De hecho, logró hacerlo, y durante un tiempo intentó compatibilizar los estudios con el trabajo pero pedidos que no paraban de llegar.
Sin embargo, con el correr de los meses, la demanda de su emprendimiento fue creciendo, y también las responsabilidades. Trabajó en otros lugares, cursaba en la facultad y a la vez mantenía activo el negocio de las tortas, pero hubo un momento en el que se dio cuenta de que no podía sostenerlo todo al mismo tiempo. Entonces tomó una decisión importante: dejar todo para apostar de lleno por lo que realmente la hacía feliz.
Hoy, Brisa trabaja desde un quincho en su casa, que funciona como su taller de cocina, aunque ya le empieza a quedar chico. Los pedidos son constantes y el crecimiento del emprendimiento la obliga a organizarse cada vez mejor.
Desde tortas personalizadas hasta mesas dulces para eventos, todo lo crea con dedicación y amor por lo que hace. Ya no se trata de un simple hobby, sino de un proyecto serio, que sostiene con esfuerzo y creatividad día a día.
A futuro sueña con tener su propio local, un espacio donde pueda trabajar con mayor comodidad, recibir a sus clientes y seguir expandiendo lo que empezó casi sin pensarlo. Su historia es una de esas que inspiran: de cómo, en medio de un momento difícil, una pasión puede abrirse paso y transformarse en un verdadero proyecto de vida.
El mundo es de quien se atreve.