Opinión
Efecto boomerang

¡Un vaso con agua y unas dosis de eustrés!

María del Carmen Taborcía, abogada y escritora.

Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA

La ciencia psicológica divide al estrés en dos grandes tipologías: distrés y eustrés. El estrés es tan amplio que hasta se padece en la infancia. Es cuando una persona percibe que las demandas de su entorno superan sus capacidades para afrontarlas con cierto nivel de éxito.

Si estas condiciones se mantienen a lo largo del tiempo, pueden dar lugar al distrés y hacer que aparezcan consecuencias negativas para nuestra salud: agotar nuestras defensas físicas y psíquicas, insomnio, irritabilidad, pérdida de control, fobias, depresión, ansiedad y otras.

El estrés positivo, o eustrés, es el que nos estimula a enfrentarnos a los problemas. Permite que seamos creativos y respondamos eficientemente a aquellas situaciones que lo requieran.

Los factores conocidos como estresores abarcan numerosos eventos de nuestra vida cotidiana: cambios, presiones, exigencias laborales, noticias, crisis, incertidumbres, etc.

El contexto político y social imperante en nuestro terruño es negativo. ¿Es que antes había sido positivo? De ninguna manera, hace muchos lustros que los que asumen las más altas funciones del Estado, administran mal, se corrompen, generan déficit de toda índole, endeudamientos, pauperización extrema; en fin, devastaciones varias que impiden el crecimiento y el desarrollo de esta nación, y de lo más importante: de los seres humanos que habitan en ella.

Los sucesos externos impactan en lo interno: individuos y grupos familiares. Esto, suele producir un efecto boomerang, retornando a la sociedad en la que se desenvuelven sus frustraciones, sus desilusiones, su violencia.

Cuál es el acicate, aunque seamos sujetos gregarios, que tenemos todavía para decir que vivimos en una comunidad con proyectos que nos incluyan, que nos contemplen; sentirnos parte importante de un todo y no simplemente un clavo al cual se martilla a voluntad.

Originalmente el término estrés proviene de la física, concretamente de la física de metales, donde se aplica para referirse a la modificación que experimenta un cuerpo “elástico” cuando actúa sobre él una fuerza externa. Haciendo una analogía, el cuerpo elástico seríamos nosotros y la fuerza externa el poder del Estado.

Hay que recalcular para no salir afectados. Tal vez nos sirva tomar un poco de agua, aunque sea un tanto costosa, para pasar los malos tragos. Y por qué no, unas dosis de eustrés, diarias, al levantarnos.

(*) Abogada y escritora

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