Literarias
Una producción de NOVA

Tontas historias del hombre solo, triste y abandonado

El hombre solo, triste y abandonado. (Dibujo: NOVA)

A pesar de que cuenta con la compañía de un cigarrillo que se consume lentamente, un perrito que duerme plácidamente a su lado, y por la ventana puede divisar la luna y las estrellas, el hombre se siente triste, solo y abandonado.

Se alumbra con la luz de una vela, y apostado en un banquito, esboza historias de amores, desamores, cicatrices que no cerrarán nunca y sueños que se esfumaron en el aire como una burbuja.

La ceniza del cigarro cae lentamente sobre las hojas manchadas del rocío que cae por las noches, y agujereadas por una rosa que fue muy bella, pero tenía espinas punzantes que al hombre solo, triste y abandonado, le perforaron el alma y le hicieron sangrar el corazón.

De él, no conocemos demasiado. Es nada y nadie, de ningún lugar. Derrama lágrimas, como manantiales que brotan de una fuente. Se muere por vivir, y vive para morir algún día.

Una ráfaga de viento, que trajo una hoja reseca con viejos manuscritos lo acercó hacia nosotros. Y en una noche helada, descubrimos al hombre solo, triste y abandonado. Decidimos que tenga su espacio literario para expresarse libremente, porque sabemos que hay muchos como él.

De a poco, nos irá relatando historias propias o ajenas. Y tal vez nos recuerde que alguna vez fue un hombre alegre, plagado de amores y amistades, todo lo contrario de la imagen que ahora nos brinda. Al amanecer, a lo mejor un rayo de sol entra por su ventana y despierta en él una sonrisa. O no.

Dejemos que el tiempo transcurra, y veamos qué reflejan sus tontas historias. Nos vamos. Lo dejamos solo con su soledad. Nos despedimos con un “hasta luego”. No nos responde.

Tiene la mirada fija en la hoja de papel y sostiene la pluma con su mano temblorosa, escarbando en su imaginación, con la luna y las estrellas como únicos testigos de su obra. Alguna vez tuvo un nombre, un apellido, un hogar caluroso y un amor. Ahora, por algún pretexto inexplicable del destino, es nada y nadie de ningún lugar.

Lectores: 1968

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