Opinión
Seres de aquí y de allá

Sandra, Cecilia, los humanos y las bestias

María del Carmen Taborcía, abogada y escritora.

Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA

Sandra nació en cautiverio en el año 1986 en Alemania, y en 1995 fue trasladada a Buenos Aires. Cecilia pasó 20 años encerrada en un recinto de cemento y rejas sin sol en Mendoza.

Los casos son similares. La Asociación de Funcionarios y Abogados por el Derecho de los Animales (Afada) presentó, en los juzgados de las jurisdicciones respectivas, sendos pedidos de Habeas Corpus que fueron aceptados.

Así Sandra, la orangutana, y Cecilia, la chimpancé, fueron reconocidas como: sujeto de derechos no humano. Entre las argumentaciones utilizadas por Afada, es relevante mencionar que “los animales son seres sintientes en tanto les comprenden las emociones básicas. Los expertos coinciden en la proximidad genética que tienen los grandes simios con los seres humanos y agregan que estos tienen capacidad de razonar, son inteligentes, tienen conciencia de sí mismos, diversidad de culturas, uso y fabricación de herramientas para acceder a los alimentos, habilidades metacognitivas, poseen sentimientos de afecto, y demás características”.

Estas sentencias judiciales han hecho historia a nivel internacional, dado que han establecido una figura jurídica para defender los derechos de especies con elevada comprensión: la de persona no humana.

Por otro lado, las personas humanas son otra de las especies de seres vivos que habitan este planeta. Comparten con las anteriores algunas particularidades: inteligencia, racionalidad, empatía, conciencia, cultura; pero además de ser sujetos de derechos, los humanos también tienen obligaciones.

Además de las personas no humanas y las personas humanas, coexisten una tercera clase de especímenes: las bestias. Las ciencias aún no las han podido definir adecuadamente, pues no serían un género sino más bien una calaña. Son seres vivos que pertenecen al reino animal, con apariencia humana, aunque les faltan algunos atributos y rasgos de la humanidad; pero tampoco serían personas no humanas ya que carecen de sus peculiares cualidades.

Las bestias son rudas e ignorantes, se alimentan de la extrema violencia y suelen desplazarse en grandes manadas. En los últimos acontecimientos que han acaecido en nuestra patria, las hemos visto arrasando, arremetiendo con saña, sin cordura.

(*) Abogada y escritora

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