Habían pasado tres años desde Todo el hambre y cinco desde el primer engendro Hay que volver a encender, cuando la banda platense entró a grabar en Estudios Romaphonic y Santa Marta con la operación técnica de Juan Armani.

La asistencia de Rober Fighetti en batería, de Luciano Farelli en bajo y guitarras, sumada a la masterización a cargo de Carlos Laurenz, pulieron este Damocles en bruto que ahora Manuel ‘el Cabe’ Echegaray desmenuza tema por tema en un ping pong especial para NOVA.

“Damocles tiene la banda sonora de sus días más críticos”

La caravana comienza con Originé: riff y baile; rock de pura sangre, con probabilidades de flow en algún pasaje y con el mensaje claro. Al que se creía tan picante y resultó ser un bolacero empedernido, con esta melodía lo invitan a resurgir.

La canción numero dos es Epitafios: estribillo y libertad, rocanrol suburbano con despliegue en los solos. Una lírica entre onírica y social. Uno de los temas más nacionaleros del disco. En el track dos, LNDG insiste en mover los pies amigx.

Sigue el cambalache eléctrico con Entre nosotros: la pieza más moderna del Damocles, toda una bomba slowmotion de heavy stoner y nü... un elefante dopado que te sube y baja el cráneo mientras saboreás la distorsión. La letra es clara, cae la noche.

Pierrot: el instante en el que dos personas agradecen el rock, el instante de reciprocidad, el instante de la espalda contra espalda. "No paro de pensar que en este mundo todos mienten menos vos y yo". La música es un funky rock con una parte progresiva y de contrapuntos: buenos sinthes.

Tema cinco, Mentirle al mentiroso: estos pibes van a insistir en la danza, pero desde lo más clásico del rocanrol. Una pieza que parece un Stevie Ray Vaughan peinadito para la foto... nada que detallar, RNR de bar caliente. La prosa es un juego de asociaciones que propone el Ruso para motivar el canto y sugiere una estrategia... o por lo menos deschavarla.

Descendemos a la galaxia personal de Carretera: canción de una intro preciosa con una cadencia armónica bastante complicada; para continuar claro, en danza. Un funk duro. Poesía de la vida y la muerte, amanecer sin cuerpo, el inframundo y sus designios, los vivos y sus ganas de seguir amando todo el tiempo. Bella canción de tierra y roció mañanero.

La habitación de Afrodita: ¿esto es rap? lo que sí, es una de las canciones de amor contracultural más grande de la década. La voz pinta un cuadro de Frida Kahlo en la cara, y la banda es un blues trapero de otro partido.

El corso sigue andando y se queda un rato en el barrio del romance, Canción taimada: la canción más larga de Damocles, momento crucial de figuras filosóficas y un despellejado sincericidio de amor profundo. En cuanto a la música, un riff ciberjazzero acompañado de, adivinen… un RNR bien melódico, para seguir danzando.

Un batacazo seco y peligroso cierra el disco, Solo para levantar: un sablazo poderoso que se parece al punk pero no lo es. Las palabras son estocadas furibundas para Damocles. Es el resumen de muchas inquisiciones.

“Bajaras (cuando rompa tus huesos) solo para levantar" gritan los pibes, pidiendo con vehemencia acción contra todo lo que se presente en el camino, bueno o malo. Distorsión baby, una voz gigante, un redoblante que te mueve la mandíbula para el ultimo nivel del disco.