Opinión
Acepciones

Reflexiones sobre el "el botón"

La autora del artículo, María del Carmen Taborcía.

Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA

Tiene tantas acepciones, usos, formas, colores, tamaños; puede ser real o virtual y hasta tener vida.

Cuando hablamos de él nos referimos a una pieza, generalmente pequeña, de plástico, hueso, metal, nácar, a veces forrado de tela o cuero que se cose a la ropa para que sea abrochada pasándolo por un ojal.

Pero también es una parte integrante de aparatos mecánicos o eléctricos y que al ser presionada, girada o tirada, conecta o desconecta todas o algunas de sus funciones.

El botón es el brote de una planta o capullo de una flor cuando están completamente cerrados y aún no se ven hojas o pétalos.

Es la chapita redonda de hierro que se pone en la punta de la espada o florete para que no hiera en la práctica de la esgrima.

Es una joya perteneciente al folclore tradicional de la provincia de Salamanca, España, reconocida como el botón charro.

Muy usado en informática: botón de mando, placebo, falso, de turbo.

Por nuestras tierras es un adjetivo dado a la persona que acusa o delata a alguien informando de manera secreta acerca de algo.

Además, por estos lares, coloquialmente es el agente de policía.

Cuando decimos “al divino botón”, queremos expresar que fue inútil, sin necesidad, ni razón.

Se lo utiliza como indicio o ejemplo: “para muestra basta un botón”.

Si de tamaño hablamos, se puede recurrir para su descripción a las clásicas medidas de pequeño, mediano y grande; aunque por supuesto existen otras opciones.

Parece que Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, tiene un botón en su escritorio todo el tiempo. Mientras que el republicano presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene uno “más grande y poderoso”.

El “gordo y bajo” norcoreano y el “viejo lunático”, según los insultos cruzados por estos protagonistas, han recreado otra vez en el mundo, la idea de la posibilidad de una guerra nuclear.

El famoso botón nuclear, que en el caso de Trump “funciona”, se trata de una tarjeta que guarda todos los códigos para activar el lanzamiento de la bomba atómica. Estados Unidos tiene desplegadas cerca de 900 cabezas nucleares entre 10 y 20 veces más potentes que las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Con una sola llamada de teléfono, Trump, tiene un poder ilimitado, en cualquier momento, para activar las armas nucleares.

Hombres, dejen de comparaciones, y cuidado, porque haciendo una analogía con la letra del rap de Duki, la energía nuclear: “pega como Cotto”.

(*) Abogada y escritora.

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