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Docuficción bizarra

Osvaldo Sudak y la trilogía del bardo

Osvaldo "Sudak" Suárez, cineasta, arquitecto y docente oriundo de Dolores, radicado en La Plata. (Foto: NOVA)

Por Pamela Orellana, de la redacción de NOVA

El cineasta, arquitecto y docente Osvaldo César Suárez, más conocido en la ciudad de La Plata por el nombre de su productora audiovisual Sudak, visitó las oficinas de NOVA para hablar sobre la última película que está presentando, una que tiene en plena cocción y otra que ya está craneando de cara a un futuro inmediato.

Nacido en 1970 en la ciudad bonaerense de Dolores, 18 años después se volvió platense por adopción cuando decidió estudiar las carreras de Arquitectura y Cine de la UNLP.

Tras haberse graduado como arquitecto, obtuvo su título en Realización de Cine, Video y TV gracias a la tesis 2002 Sudak Odissey. A esta le siguieron La Plata for Export, Videos Cannábico-Subversivos, y Curas Zombis en Azul; siendo Alto Bardo su quinto largometraje.

Las producciones independientes de Sudak se distinguen por la búsqueda del humor grotesco y la crítica social. Actualmente se desempeña como realizador audiovisual, en Crivos + Gandini Arquitectos; y como profesor de las materias Dirección de Arte e Historia del Arte, en Image Campus.

— ¿Cómo fue tu primera experiencia como director de cine en 2002 Sudak Odissey?

La hice como tesis de Cine, arranqué en 2001 pensando estrenarla en 2002 pero la terminé en el 2006. Era el primer largometraje que hacía, tuvo tres equipos realizadores diferentes, con los que tuvimos un montón de problemas para filmar.

Dos de esos cuatro años los pasé haciendo fiestas con una banda llamada Amigos and Friends, para financiar la película. Hicimos siete: en cuatro ganamos y en tres perdimos plata.

El tercer equipo estuvo conformado mayormente por estudiantes, que son los que ahora hacen Rio Cine.

— Antes estudiaste Arquitectura ¿qué te llevó a esa disciplina?

La carrera de Cine no estaba en esa época y siempre quise estudiar Arquitectura pero no podía laburar de lo que quería, que era algo creativo, hacer proyecto y dirección. Generalmente, a menos que tengas un estudio propio, trabajás para otros, a veces haciendo cosas que no te gustan.

Después empecé a estudiar Cine mientras laburaba como dibujante en un estudio de Ingeniería. El cine me permite hacer películas sin un mango y ahora he logrado un estilo que supera a la ficción pura de la primera película: el docuficción.

— Eso te llevó al segundo largometraje en 2009…

Mi segunda película La Plata for Export fue un compilado de cinco documentales cortos, un trabajo casi autónomo, sobre historias bizarras de la ciudad: masonería, satanismo, ovnis. Se hizo con mucho material de archivo, locución y un pequeño porcentaje de ficción.

— Algo similar a lo que hiciste con Alto Bardo… ¿Cómo surgió la idea de este film?

— Yo venía haciendo fiestas en un departamento de planta baja que tenía patio, tanteando a los vecinos. Parecía que no había drama. Hice cuatro fiestas donde tocaron bandas, avisando antes a los vecinos, pero como eran cada cuatro meses más o menos no había mucho problema. Por supuesto que tengo el vicio de filmar todo.

Esta vez, a finales de abril (2016) despedíamos a dos amigos que se iban a Irlanda y como sorpresa tocaba una banda que se había separado. Esa noche se reunieron todos. El problema es que uno se equivocó y mandó una lista de invitados con 2 mil personas. Vino gente del conurbano, gente que ni conocíamos.

Parte de esa fiesta figura en la película para la que además hicimos una reconstrucción. Por ejemplo, los recitales son imágenes reales. El batero de Los Firestones le pegaba muy fuerte a la bata y todos subieron el volumen de los instrumentos, así que fue un quilombo. No alcanzaron a probar sonido que ya estaban todos los vecinos en la puerta, pero la fiesta no paró. Vino la policía una sola vez y se fue.

Cuando se estaban yendo los últimos invitados, yo venía maquinando que había sido fantástico todo y antes de acostarme filmé algunos planos. Nos habían tirado baldazos de agua y al mediodía siguiente, huevazos.

Cuando me levanté y vi todo el material que tenía ahí mismo publiqué en Facebook “tengo la mejor peli de mi vida” porque no la estaba buscando y me encontró a mí. Después para la realización meché con otras fiestas y ficcioné. Me amigué con varios vecinos –salvo una que era la más joven y esa noche quería estudiar– y me prestaron sus departamentos para que los actores que hicieron de ellos, tiraran baldazos.

— ¿Cómo es encarar un trabajo serio con gente del palo del rock?

— Nadie quería aparecer en las entrevistas que hice sobre la fiesta. La peli explora el tema de las drogas y el rock, así que nadie quería contar cómo había estado. A las dos semanas, había un recital en Pura Vida (La Plata) donde tocaban dos de las tres bandas que habían estado en la fiesta, así que los agarré en la radio que funciona arriba del bar.

Cuando estaba terminando Alto Bardo surgió la idea de hacer una película sobre Pura Vida, el Templo del Rock, la secuela. Ya tengo filmadas unas 30 bandas con 40 o 50 temas cuyos fragmentos van hilando la película, con locución de Alberto Bassi. La idea es estrenarla en marzo del 2018 cuando se cumplan los 10 años de Pura.

Yo arranqué la peli formalmente cuando empezó el problema de las clausuras y las marchas. Lo filmé al dueño de Pura Vida enfrentando al director de Nocturnidad, que está implicado en dos causas: el doble homicidio de Gorina y la Fiesta Clandestina donde murió Emilia (Uscamayta Curí). La película está atravesada por toda esta cosa política y también el tema de Caio (Armut), que era un gran referente del lugar.

Tengo filmaciones desde 2014 pero en general empecé a filmar de nuevo a las bandas a partir de este verano, cuando se sumó uno de los sonidistas de Pura, Nicolás Daniele Vega, que cada vez que toca una banda, además de hacer sonido me toma el sonido de piso.

— Volviendo las presentaciones de Alto Bardo ¿cuándo será la próxima?

— En unos días viajo a presentarla en el Mendoza Rojo Sangre, un festival orientado hacia el terror y lo bizarro, que habitualmente se hace en Buenos Aires. El evento se realiza desde el 11 al 15 de julio, y la película será proyectada el jueves 13 a las 21 horas en la Biblioteca Mediateca pública municipal Manuel Belgrano (Tomba 54, Godoy Cruz).

Aproximadamente en un mes y medio, luego de proyectarla en otro festival, la voy a subir a internet. Mis otras películas están todas en Youtube, que es muy importante como medio porque por ejemplo Curas Zombis en Azul se vio 10 veces más en México que acá en la Argentina, porque allá pegó el género zombie. Va por las 150 mil reproducciones y 100 mil son de México, algo que jamás me habría imaginado.

— ¿Cómo surgió este estilo tan marcado que tenés a la hora de crear?

— Desde que filmé la primera peli me di cuenta de mis problemas para hacer ficción siendo independiente. Yo podía escribir un guión y juntar unos mangos para tener parte de la utilería y las cosas que quería, pero siempre había problema con la gente y sobre todo con los actores, porque a veces pasan cosas insalvables que te terminan perjudicando la escena.

En la primera película estaba muy atada al guión y eso quizás tiró un poco en contra. Para Curas Zombis me llevé desde La Plata a Azul a unas 15 personas con la idea de filmarlas en 10 días, pero al octavo estábamos destruidos, se me acabó la plata y me faltaban tomas que logramos filmar al siguiente mes. Allá estuvimos filmando unas 50 personas. Fui surfeando las dificultades y adaptándome porque ya tenía mucha más experiencia.

Por otro lado, Videos Cannábicos-Subversivos fue algo espontáneo, era hacer cosas de improvisación y más allá de que tenía un guión, cuando faltaba algo lo modificaba. La peli Alto Bardo me encontró a mí, ahí fue cuando encontré mi estilo, ya tenía todo filmado y lo único que tenía que hacer eran algunas tomas en mi casa. Junté a la gente pero si faltaba alguien no importaba.

Tengo una pareja amiga, Laura Paterno y Hernán Tepa, que viven en Azul, ellos son los que hacen el arte y la gráfica, los dibujos que están en todas mis películas. Ese estilo ahora se pule con Pura Vida, voy yo solo con mi cámara, filmo a las bandas, les hago una entrevista arriba (en la radio). Y como se corrió la voz de que estaba filmando un documental también hay un poco de ficción, por ejemplo en pleno recital un músico rompió su bajo.

Ahora directamente ya no hay guión, sino que voy editando y viendo lo que me hace falta, eso pasó en Alto Bardo también. El estilo es encontrar lugares a los que pueda ir a filmar y la acción transcurra sin que yo esté interviniendo.

— ¿Cuál es tu próximo proyecto?

— La peli que se viene después del Templo del Rock será sobre los derechos de género, de travestis, transexuales, lesbianas, gays; filmé algunas marchas de la mujer también. Con las dos anteriores, va a ser como una trilogía del bardo: una sobre las drogas y las fiestas, otras sobre el rock, y la tercera sobre los derechos de género; pero ésta quizás no sea tan comedia.

— ¿Tenés algún exponente en materia de cine bizarro?

— Mi gran referente es (Werner) Herzog, él se mete en las historias, va tirando un hilo conductor, con voz en off generalmente, que es lo que hice en Alto Bardo.

— ¿Qué opinión te merece el cine argentino actual?

— Del cine argentino industrial tenía sólo un par de directores que me gustaban como (Fabián) Bielinsky conocido por Nueve Reinas y El Aura, una de las mejores películas argentinas. También Lucho (Bender) que hizo Felicidades; y obviamente para lo grotesco y bizarro Esperando la Carroza (Alejandro Doria).

En general en el cine argentino hablan mucho, y lo repiten porque tienen miedo de que el espectador no lo entienda, hay mucho discurso en vez de estar en la imagen, es muy televisivo. El cine industrial argentino no me cabe directamente, lo detesto, y del cine independiente me gusta mucho (Pablo) Trapero, con todo el movimiento que se inició a partir de Pizza, Birra y Faso.

En el plano internacional, casi sólo miro cine independiente, salvo películas de grandes directores como (Quentin) Tarantino. El cine hollywoodense, inclusive el de acción de los años 80 que yo viví yendo al cine, me parecía fantástico, como Volver al Futuro o Star Wars.

El cine de Hollywood ha renacido un montón de veces, pero está repitiendo fórmulas, es aburrido, hace películas de Blockbuster. La última que fui a ver fue Alién, un bajón, y antes de eso Los 8 más odiados, de Tarantino. Trato de ir al cine en horario de madrugada porque sino están todos comiendo pochoclos y es un asco.

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