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En el barrio Mondongo

Ofrecen recompensa por una tortuga que se perdió

Desesperación por una tortuga perdida.

El valor de una mascota, se sabe, está en el vínculo que establece con quienes comparte lo cotidiano. Se trate de perros, gatos, canarios... o tortugas. Por eso, una familia del barrio Mondongo no dudó a la hora de ofrecer públicamente gratificación a quienes colaboren con el hallazgo de Tony, quelonio que el domingo pasado aprovechó un descuido de sus dueños para salir de la casa que lo albergaba desde hacía más de tres décadas, según consigna El Día.

El ejemplar de tortuga terrestre argentina, de tamaño mediano y unos 35 años de edad, se ausentó de su casa, ubicada en 65 entre 116 y 117, y no fue vuelto a ver desde entonces. “Me han llamado por teléfono por un par de hallazgos pero no se trataba de Tony” explicó Mónica Quatela: “Mi marido estaba pintando la puerta y dejó abierto el pasillo para que entrara aire; habrá sido una hora, pero aparentemente fue suficiente para que recorriera el pasillo y saliera a la vereda, ya que dimos vuelta la casa y no está”.

“Estamos tristes, porque acompañó treinta años de historia de la familia” subrayó la vecina: “Mis nietitos que están en la Costa se quieren volver a buscarla, pensando que la van a poder encontrar, nos parte el alma”.

La tortuga fue hallada por Laura, una de sus hijas ya fallecida, a inicios de los años ‘80, cuando vivían en Barrio Jardín. “Tenía sólo doce centímetros de diámetro, y la adoptamos porque buscamos a su dueño por todos lados y no fue posible ubicarlo” recuerda Quatela, quien hace veinte años reside en El Mondongo. “Ahora aspiramos a que alguien haga el mismo esfuerzo por nosotros”, aseguró.

Como decenas de miles de familias de la ciudad, la de Mónica considera a Tony, que se encontraba en tratamiento antibiótico por una pequeña herida que sufrió hace días, un “integrante” más. En esa sociedad, a veces simbiótica, en la que todos salen ganando, ahora falta un miembro clave. “La tortuga llegó a casa un mes antes que mi hija menor, y es parte de nuestra vida con costumbres y códigos propios” advirtió Quatela.

“Ojalá tengamos suerte, vamos a gratificar a quien nos pueda dar un dato cierto o guiarnos a recuperarla”. Con ese objetivo, se difundieron dos números de contacto telefónico: el 425-4358, y el (15) 537-2842.

De acuerdo con estudios de la Coalición Internacional de Científicos y Conservacionistas de Tortugas, se trata de los animales vertebrados más amenazados del mundo, con casi la mitad de las especies existentes actualmente catalogadas en las “listas rojas” de peligro de extinción.

En Argentina, su venta e incluso su traslado entre diferentes provincias está terminantemente prohibido por la ley de protección de la fauna silvestre. Sin embargo, el tráfico desde las provincias del Chaco y Santiago del Estero sigue existiendo, y le cuesta la vida a nueve de cada diez ejemplares de tortugas “bebé” que son cazados en sus hábitat. Se estima que el 80 por ciento de las que viven en cautiverio muere antes de los tres años de edad. En nuestro país existen tres subespecies de tortuga terrestre (Geochelone chilensis): la “chilensis chilensis”, la “donosobarrosi” y la “petersi”. Las tres están protegidas por la Ley Nacional 22.421 de conservación de la fauna y su Decreto Reglamentario 666/97. En cualquier caso, las “chilensis” son fáciles de identificar: los machos tienen un caparazón oscuro, cercano al negro, y las hembras pardo o amarronado. Llegan a medir unos treinta centímetros de longitud, con las hembras de mayor tamaño que los machos.

En condiciones ideales, aún en cautiverio, pueden alcanzar una longevidad que ronda los 80 años.

Tres son las subespecies autóctonas de tortuga terrestre (Geochelone): la “chilensis”, la “donosobarrosi” y la “petersi”. Todas están protegidas por la Ley Nacional de Conservación de Fauna, que prohíbe su caza, su venta y traslado entre diferentes provincias.

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