Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA
Cuando hablamos de derechos digitales nos referimos a los permisos de las personas para realizar acciones legítimas que comprenden el uso de una computadora, todo tipo de dispositivo electrónico, o una red de comunicaciones.
El término tiene estrecha relación con la protección y cumplimiento de derechos existentes, como el derecho a la privacidad o la libertad de expresión, en el contexto de las nuevas tecnologías digitales, en especial internet.
Además de los ya mencionados, se encuentran: el derecho al acceso al ciberespacio, a asociarse en comunidades en línea –comunidades virtuales-. Hay un debate que se viene dando a nivel internacional, dado que hay quienes sostienen que el ciberespacio debe ser territorio libre para la expresión y comunicación de todas las ideas, sin interferencia, ni regulación estatal.
Otros, en cambio, tienen la convicción de que dichos derechos del mundo virtual, son una extensión de lo que ya sucede en el real, por lo que consideran que se debe regular internet, para que no se vulneren los derechos de propiedad intelectual, ni sirva como instrumento de actividades delictivas.
Hay normativas en diversos países, muchas de ellas de bloqueo a las redes o determinados sitios web; para influenciar el flujo de información circulante, y las penales.
Sin lugar a dudas a través de las redes online se establecen múltiples vínculos: de amistad, de amor, de trabajo, comerciales, empresariales, etc. Es otro de los mundos humanos.
En este sentido, es lógico pensar que, si no están preestablecidos, deberían instaurarse procedimientos legales para situaciones de conflicto ¡Nuevas tecnologías, nuevos problemas!
Se estima que el 95 por ciento del material de internet no es visible, es decir, se encuentra en el abismo de la Deep Web (internet profunda, oculta), no está indexado por los motores de búsqueda convencionales, me pregunto: ¿los gobiernos solo apuntan al 5 por ciento superficial?
(*) Abogada y escritora
