Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga, Mónica Catúa y los despidos en la municipalidad de La Plata

Martín Vestiga siempre atento a los chimentos políticos de todo lo que pasa en La Plata. (Dibujo: NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.

Estos días de lluvia me ponen medio melancólico y trato de dispararme de mi casa. Mucho más cuando se trata de un fin de semana. Y así salí, sin rumbo como pañuelo que se lo lleva el viento.

Estando yo parado, bien perfumado, en la esquina de 9 y 49, iba ver si el Parlamento ya había abierto, me crucé con una imagen muy poco vista por los barrios, pero por el Centro platense siguen estando: una barrendera.

Apoyado en mi bastón, me corrí un metro para atrás para que no me manche mi traje de tres piezas. Acomodé mi sombrero de fieltro y toqué los gemelos de la camisa porque desde hace un tiempo, si son de oro, los tenés que llevar atados con alambre.

-¡¿Martín sos vo’?!, sentí la pregunta que venía de una voz grave, como aquel que se fuma tres atados de achalay por día. Allí estaba ella, una amor, que digo uno, fue el gran amor de mi vida: Mónica Catúa.

Mil veces me he machado escuchando a Horacio Guarany con el tema “Si un día fui tu cantor” y repetir “En el profundo dolor de verme solo en la vida, suelo aliviar mis heridas acordándome de vos”, justamente pensando en Mónica.

-Hola Mónica, le dije- Está a la miseria la pobre, ahí nomás con un sonrisa la felicité por su trabajo como Municipal.

– No Martín, soy cope, me respondió y quise indagar si el quilombo donde trabajaba quedaba por la zona para ver si agarro un descuento.

-Me aclaró que no era copera, sino cooperativista. Que se había ido de la Delegación donde trabajaba porque en los últimos tiempos se viene armando un conflicto entre ellos y los Municipales.

Aseveró que los que son planta de la comuna andan enojados porque tienen que marcar el dedo en el trabajo y que los cope, como ella se refiere, aún no pasan por esa situación y que comenzaron los roces. “Estos se olvidan que apenas cobramos 60 lucas nosotros”, dijo enojada mientras tosía y la lengua se le asomaba entre las dos paletas faltantes en su dentadura.

- Te acordás Martincito, (me dijo con cariño y me indagó) cuando íbamos a Macondo (45 entre 8 y 9) y que nos escapábamos a una terraza cercana a hacer lo nuestro. (Enseguida apostó un pleno: aún sigue estando igual).

-No, a Macondo lo cerraron- Y ántes que me diga que hablaba de la terraza, la invité un cafecito y, como me dio pena, un sándwich. Tengo la costumbre de comprarle a la gente que vende ambulante, para que se ganen un mango. La macana fue que el pibe no tenía débito ni QR, así que le pedí a Mónica que me cubra el descubierto, ya le había clavado los pocos dientes que le quedaban y no los podía devolver.

-Mónica, (le consulté), qué pasó con las máquinas, bordeadoras, palas, elementos varios que alegaron los delegados que no tenían. Eso ¿lo denunciaron a Patrimonio o la Justicia?

-Que yo sepa, ninguno hizo nada de eso, puede que me equivoque, pero todos dijeron que los robaron, aunque, hasta el momento, no hubo una denuncia y no creo que vaya nadie preso, pasó, pasa y va a pasar, Martín.

Como aquel que sacar la mano para parar el colectivo, Mónica le clavó muñeca, antebrazo y casi hasta el codo de refriegue de la campera para sacarse el agua que le corría de la nariz.

- ¿Te acordás las cosas que hicimos juntos Martín?.

-Es verdad. Hicimos de todo, Mónica. Yo tenía un Fiat 600 en esa época y vaya uno a saber cómo se podía ahí adentro. Yo les digo que sí se puede. Si, se puede.

– Yo soy viuda (me dijo Mónica Catúa), me podes pasar a visitar, ahí me tiró el convite.

Tratando de esquivar el enfrentamiento y con cara de amor, mientras le arrancaba un pasto del pelo, exclamé: “contame qué pasó con los contratos de la Municipalidad, ¿sobraba gente o eran todos vagos?.

-Siempre fuimos pocos, Martín, no sé cuántos cobraban. Viste que Alak dice 12 mil, los números le dan 9.500, pero los que laburamos siempre fuimos los mismos, ahora son menos che. Pero a vos que te gusta saberlo todo te digo que a la gente que echaron y los llamaron de vuelta, cuando fueron a cobrar tenían el descuento del Sindicato Municipal, parece que los afiliaron obligatoriamente.

El destino quiso que para no estar tan solo debía andar por esas calles que alguna vez recorrimos de la mano. La voluntad de lo desconocido me hizo llegar al mismo tiempo que Mónica pasaba con su escobita.

Claro, ya no era esa Mónica de los pechos turgente y el traste duro. Pero yo tampoco soy un fórmula uno.

Cuando me dijo que la vaya a visitar porque es una mujer sola, volví a cerrar los ojos, pero esta vez, no para recordar. Ahí nomás le comí la boca y nos fuimos para la terraza.

Y apago la luz, para recordar, que no estás aquí……

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