“Esta es una formación casi académica, una miniorquesta de Cámara, pero de música popular. La idea del ‘Chango’ Farías Gómez que fue el creador, tenía que ver con que consideraba a nuestra música popular tan exquisita como la música clásica – de la que era conocedor– y que había que encumbrarla, ¿por qué no tocarla en el Teatro Cólon?”, describió el reconocido flautista.

“La música popular no se dirige, camina sola”, sentenció y aunque aclaró que en sus conciertos Los Amigos utilizan partituras; admitió: “Luego las desechamos porque es importante el diálogo entre todos; mientras que en la música clásica si no está la mano del director, la orquesta no camina”.

Sumado a ello, Izarrualde reconoció en la improvisación el condimento principal, “si bien también hay una poesía muy rica y fantasiosa”. Este sábado a partir de las 22, el numeroso grupo de instrumentistas se presentará en La Salamanca (60 y 10, La Plata), con entrada a $ 120 previa reserva a través del 221-4276736.

Trabajo creativo comunitario

Tras una clara definición del género, el Mono habló del Volumen II que a mitad de julio comenzará a grabar junto a sus compañeros Jerónimo Izarrualde (batería), Omar Gómez (bajo), Ricardo Culotta (trompeta y flugelhorn), Daniel Gómez (bandoneón), Agustín Balbo (guitarra), Aleix Duran (clarinete, clarinete bajo y saxo tenor), Santiago Martínez (violín), Luís Gurevich (piano) Néstor Gómez (guitarra) y Manu Uriona (percusión).

“Ya venimos presentando en vivo este segundo disco porque es bueno ir rodándolo y porque uno debe corroborar que la idea de que tal tema puede ir, es cierta”, reveló sobre el nuevo material que conjuga lo mejor de la música criolla, bajo la premisa de “abarcar todas las regiones rítmicamente hablando, porque este es un país muy rico”.

A la hora de elegir temas de diferentes autores para interpretar, destacó las figuras del “arreglador” Néstor Gómez, y del compositor Luis Gurevich, “tecladista de León Gieco y coautor de muchos de sus éxitos”.

El viento trae una copla

El pasado 28 de mayo se estrenó ‘Zonda, folclore argentino’, un documental sobre el tradicionalismo local, dirigido por el español Carlos Saura. Entre los artistas convocados se pudo ver al Chaqueño Palavecino, Jairo y Soledad, como máximos referentes de la cultura autóctona; mientras que Los Amigos sellaron el film en concierto, junto a un multitudinario grupo de bailarines.

Ante la consulta por su opinión respecto a la perspectiva del cineasta, valoró mucho la iniciativa de retratar la música nacional, aunque objetó: “No es la mirada de un argentino. Es un abanico bastante amplio, pero a mi juicio faltaron muchos grandes artistas”.

Pasión y compromiso

Porteño de nacimiento y platense por adopción, el acercamiento de Izarrualde al tradicionalismo tuvo que ver en principio, con sus padres: “En casa se escuchaba mucho folklore y tango también”.

Sin embargo, la chispa se terminó de encender “a los 14, cuando estudiaba en el Conservatorio Provincial y hacía prácticas en el Teatro Argentino”. Allí fue donde se topó con la obra ‘Mujeres argentinas’, de Ariel Ramírez y Félix Luna, “cantada por la Negra Sosa”.

“El vivo siempre es otra cosa, y la voz de la Negra me mató. Siempre canté tango y desde chico conocí a muchos cantores porque mis padres iban a bailar con las orquestas y me llevaban. Pero la voz de la Negra fue, es y será siendo increíble”, expresó.

Pasan veranos, pasan inviernos, quedan los artistas. Tras 20 años desde aquellas clases en el ‘Gilardo Gilardi’, durante los que pasó por bandas como Anacrusa y Piero Prema, Rubén fue convocado por el Chango Farías para integrar un combo de Músicos Populares Argentinos, junto con Jacinto Piedra, Peteco Carabajal y Verónica Condomí.

“El Chango es como un hermano, compartimos muchas cosas juntos. Un día estábamos en un festival de Perú, a punto de salir a escena y terminaban de actuar los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez. Todo el teatro ovacionaba coreando ‘Cuba, Cuba’, entonces le pregunté al Chango ‘¿y ahora qué hacemos?’ y me respondió ‘¡salimos y vas a ver!’”, evocó profundamente conmovido.

Y continuó reconociendo que “el viejo sabía muy bien lo que tenía encima”: “Salí avasallado pero fue impresionante, empezaron a pasar cosas. Al tercer tema se comenzó a sentir ‘Argentina, Argentina’. Es un recuerdo que fue y sigue siendo muy fuerte”.

“En otra oportunidad nos mandaron a una plaza donde había un festival de danzas. Comenzamos a armar el escenario y cuando la gente vio la batería y el bajo eléctrico, se empezó a ir masivamente. Entonces el viejo pensó que lo mejor era comenzar con un tema en quichua: todos los que se habían ido volvieron y terminaron escuchando el concierto entero” cerró recordando el entrevistado, con plena emoción.