Opinión
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¿Las Islas Malvinas son argentinas? ¿Por qué?

¿Por qué todos los argentinos sostenemos con tanto ardor una causa que nos atraviesa como pueblo, pero que, paradójicamente, pocos se animan a estudiar?

Por Santiago Albizzatti (*), especial para NOVA.

Con estas premisas en mano se realizó recientemente una encuesta entre un interesante universo de argentinos. Los resultados de la misma fueron llamativos. El 87 por ciento de los argentinos asegura que las Islas son argentinas. De ese número, el 70 por ciento no sabe por qué. Es decir, que lo dicen por demagogia o por un acto de patriotismo. Cuando se les pregunta acerca de los hechos históricos que atraviesan el conflicto por la soberanía de las islas, la ignorancia en el tema es pavorosa. Un dato: el 43 por ciento de los encuestados cree que las islas han sido usurpadas por el Reino Unido en 1982.

¿Por qué todos los argentinos sostenemos con tanto ardor una causa que nos atraviesa como pueblo, pero que, paradójicamente, pocos se animan a estudiar?

El valor que subyace en conocer las faenas, tanto bélicas como diplomáticas, que se han llevado a cabo a lo largo de siglos de historia política sobre las Islas Malvinas es inestimable. Lo es, porque nos identifica como pueblo y nos reivindica en nuestros legítimos derechos. Las Malvinas son inobjetablemente argentinas, y la falta de voluntad británica de dialogar sobre la soberanía de las mismas es un atropello injustificado a los argentinos y, por extensión, al mundo libre. Tan injustificado es su proceder como insólito e infundado es el referéndum que se llevará a cabo en las islas en el mes de marzo.

La pregunta vital ahora es ¿por qué? Para responder a esta pregunta, es necesario historizar el conflicto, estudiarlo en sus datos fríos e innegables.

Durante los siglos XV y XVI, el método aceptado para la adquisición de tierras era el descubrimiento, a su vez perfeccionado por la ocupación. Entonces, ¿quién descubrió las Islas Malvinas? Existen varios descubrimientos documentados de las islas. Pedro de Vera, Américo Vespucio y Esteban Gómez, entre otros.

Pero el único que es considerado incuestionable es el del capitán holandés Sebald de Weert, el 24 de enero del año 1600. Él avistó con claridad a las islas y documentó sus coordinadas (50° 40' S). De hecho, si viéramos un mapa holandés de los siglos XVII, XVIII y XIX, encontraríamos allí, donde se suponen que están las Islas Malvinas, a las Islas Sebaldinas, en honor a su descubridor.

Los británicos, por su parte, no consideran válidos a ninguno de los descubrimientos anteriores. Para ellos, hubo un descubrimiento previo. Un tal John Davis, el 14 de agosto de 1592, al mando del navío Desire, dijo ver las islas. No fijó sus coordenadas. Ni siquiera pudo describirlas. Sólo dijo que "las vio" cerca del estrecho de Magallanes. Esta insólita anécdota es, para los británicos, el verdadero génesis de las islas.

Hay más. La Argentina reclama una legítima continuidad geográfica, basada en que las Islas Malvinas se encuentran tan solo a 480 kilómetros de la costa argentina y sobre la misma plataforma continental. La distancia entre las islas y el Reino Unido es de 12.500 kilómetros.

Las bulas del papa Alejandro VI de 1492 y 1493 y el tratado de Tordesillas (todos documentos previos al supuesto descubrimiento de Davis), otorgan derechos inalienables de las mismas a España que, a su vez, refuerza dichos derechos con el posterior descubrimiento y ocupación efectiva.

La Argentina, tras su independencia de España, hereda todos los derechos sobre las islas en función de la doctrina de uti possidetis iuri. Esto se confirma con la cesión explícita que hace España de estas tierras, con retroactividad al 25 de mayo de 1810.

El Reino Unido sostiene que las bulas del papa Alejandro VI no tienen ningún interés para ellos, dado que no son católicos romanos. Un pequeño detalle se desliza: cuando se crearon las bulas, en los años 1492 y 1493, el Reino Unido era explícita e incuestionablemente católico romano, y lo siguió siendo hasta el año 1533.

Esto no es todo. En el año 1765 el Reino Unido invade Puerto Egmont durante nueve años, hasta que lo abandona en 1774. Dicha invasión fue y es considerada ilícita (porque ser violatoria de los tratados vigentes), contestada (porque España reservó sus derechos), parcial (porque sólo ocuparon Puerto Egmont) y precaria (porque no lograron establecer nada y abandonaron las tierras). Es por ello que dicha ocupación no es merecedora de reclamo alguno. Sin embargo, el Reino Unido sostiene que, al abandonar las islas en 1774, dejaron una bandera y una placa de plomo, por lo que mantienen, de esa manera absurda, una soberanía que en principio nunca obtuvieron.

En 1833 los británicos vuelven a invadir las islas violando, entre otros documentos, la primera Convención de Nutka, la Paz de Utrecht, el Derecho de Gentes y hasta los tratados que el propio Reino Unido había firmado con España anteriormente. Al año siguiente, expulsa a todos los habitantes originales de las islas y prohíbe terminantemente el retorno de éstos a sus hogares. En su lugar, implanta artificialmente un atajo de pobladores británicos a los que, paradójicamente, cuestiona por años su nacionalidad.

Es este pueblo invasor el que iba a tomar las armas en 1982 para retener una tierra que no les pertenece. Y es este mismo pueblo el que ahora va a confirmar en un referéndum que desean permanecer británicos. Estos mismos expropiadores que, con sus acciones, violaron y vulneraron la integridad territorial argentina, derecho internacional inalienable, invocado por las Naciones Unidas en incontables ocasiones.

Basta, para finalizar con este relato, un último detalle: En un mundo globalizado, donde todos los países del mundo tienen injerencia unos sobre otros, y donde las decisiones de carácter internacional se suelen tomar en conjunto, los apoyos que reciben las partes en conflicto suelen ser un símbolo inequívoco de legitimidad, cuando no en los hechos, por lo menos en el espumoso campo moral.

A la posición Argentina la ha apoyado y la apoyan Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile, Venezuela, el ALADI, Perú, México, Ecuador, Cuba, Colombia, República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, el UNASUR en conjunto, el MERCOSUR en conjunto, Barbados, Jamaica, Bahamas, San Vicente y Granadinas, Dominica, la República Árabe de Siria, la República Popular China, la OEA en su conjunto, el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Arabia Saudita, Catar, Libia, Líbano, Cabo Verde, Camerún, Sudáfrica, y numerosos países más, premios nobel de la paz y prestigiosos políticos y economistas a lo largo y ancho del mundo.

El mismo Barack Obama, en sus numerosas menciones al conflicto, siempre nombra a las Islas Malvinas con su nombre en español, desconociendo la existencia de otro nombre para éstos territorios. No sólo ello, sino que Hillary Clinton exhortó a las partes a que se sienten a dialogar sobre la soberanía de las islas, en claro apoyo a la postura argentina.

¿Quién apoya la postura del Reino Unido? Nadie lo sabe. Lo que sí sabemos, es que las Malvinas son y serán Argentinas.

Y sabemos por qué.

(*) Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, posgrado en Políticas Públicas, representante de "Usinas Pampa Sur La Plata", Centro de Estudios Multidisciplinarios (CEM) "5 de Noviembre". Sitio web: www.SAUTELMEGUSTA.com.ar

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