Opinión
Un fiscal es la nueva víctima

La "Justicia" argentina, un laberinto

"Este edificio es un lugar siniestro, oscuro, sombrío, incierto, con pasajes y pasillos que llevan a ningún lado". (Imagen ilustrativa).

Por Marcos Daniel Panissal Arana, especial para NOVA (*)

Salir de un laberinto a veces es imposible. Generalmente, nos toma mucho tiempo hacerlo. Tal vez años, inclusive vidas.

En la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina, existen distintos fueros jurídicos, uno de éstos es el fuero judicial penal, donde se tratan los delitos que se generan entre las personas o contra las cosas. Delitos especificados en los códigos penales.

Con el correr de los años y debido a las deficiencias en la educación, la política y la desidia del ser humano, los delitos fueron en escala y cada vez má creativos. Pero no hay nada nuevo bajo el sol, diría mi mamá.

Este edificio alberga jueces, fiscales, secretarios, abogados, y más. Es un lugar siniestro, oscuro, sombrío, incierto con pasajes y pasillos que llevan a ningún lado. Con oficinas improvisadas en los baños y despachos en los pasillos provisorios para siempre.

"Sandro" nos cantaba en una excelente obra "tengo un mundo de sensaciones". Te invito a que cada vez que puedas ingreses al fuero penal y respires el ardor del purgatorio, más la sensación y el conocimiento de que puedes dar marcha atrás y seguir siendo libre. Es como poner un despertador un domingo y decir: “hoy no voy a trabajar”, pero mil veces potenciado.

A medida que la desfachatez ciudadana crecía, también lo hacía la “desfachatez jurídica". Los abogados "arreglábamos" temas en los baños y los jueces en el deposito pañolero.

Había que inventar instancias superiores para poder frenar juicios o revertirlos. Siempre hay que salvar algún político amigo que tal vez vuelva al poder.

Había que mantener preso a un inocente lo máximo que se pueda hasta poder sacarle todo el dinero a las familias, por ejemplo.

Y así se fue gestando ese lugar, el Poder Judicial Fuero Penal de la ciudad de La Plata, Av. 7 esquina 57 manzana completa, rincones oscuros si los hay. Si señor lector: la famosa manzana podrida de la ciudad de las diagonales.

En esos despachos sin ventanas comenzaron a surgir problemas irreparables, indescifrables tanto para los acusados como para los acusadores. Hoy, tener una demanda a favor o encontrar en ese fuero es lo peor que te puede pasar en la vida.

La peor maldición que te podían echar hace pocos años era: "que te garúe finito". Claro, con esos limpiaparabrisas obsoletos transitar una larga ruta de noche con luces incapaces de alumbrar y una garúa finita era un viaje de ida. Así como que te digan: "ojalá tengas una demanda penal en los juzgados de La Plata".

“La antesala del infierno”

Hace pocos años, hice un estudio sobre la situación mental de todos los trabajadores de este fuero. El resultado fue sorprendente, y más lo fue ver cómo mis propios ojos -como el edificio completo- tienden a hundirse hacia lo profundo de la Tierra. Como si una "fuerza física" lo atrajese. Como que el núcleo del planeta lo absorbiera a tal punto de devorarlo. Y es lógico. Los que entran ahí, transitan la antesala del infierno.

Si entrás en ese lugar, no salís. Aunque con los años seas "beneficiado" con algún fallo, ese lugar siniestro te habrá cambiado para siempre. Es el foco de pus más grande que tiene la ciudad maldita. Y la única solución real es destruirlo hasta el mínimo cimiento y hacerlo nuevamente, pero para otra función.

El Poder Judicial se ha empeñado en demostrar que los ciudadanos de a pie vivimos mejor sin él, y así será con el correr de poco tiempo.

Esta semana, un fiscal de dicho fuero recibió agresiones físicas y verbales en su despacho. Cualquiera que esté despierto se da cuenta de que el vuelto entre bestias está a la orden del día, en todos los ámbitos. Y lo que generaste por acción u omisión lo deberás pagar con creces. Ya muchos los están pagando.

El mejor juicio es aquel que no se inicia y si es cerca del fuero penal, te aconsejo que desistas. Son mejores los arreglos extrajudiciales, aunque una serpiente astuta te convenza de lo contrario. Si entras al laberinto de la Justicia, no salís.

(*) Asesor de Prensa y Legal DECOCO.

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