Opinión
Parte III

Estado digital: la otra cara

María del Carmen Taborcía, abogada y escritora.

Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA

Recuerdan Estonia, el primer gobierno digital del mundo, una nación avanzada en el campo de las redes informáticas. Los estonios constituyen el grupo más importante de la población (69 por ciento), seguido por una amplia minoría rusa (25 por ciento) y colectivos de otras repúblicas de la antigua Unión Soviética, como ucranianos, bielorrusos, etc.

Las tirantes relaciones entre habitantes de origen estonio y ruso han empeorado por la política antirrusa. También es sumamente controvertida la situación de los llamados “no ciudadanos” (o “pasaportes grises”) que tienen reconocida la residencia legal en Estonia pero no la ciudadanía estonia (o rusa), dado que mayoritariamente son de origen ruso. Resulta de esto que entre un cuarto y un quinto de los residentes no tienen derecho a voto en las elecciones generales.

En Estonia, más de una quinta parte de los niños viven por debajo de la línea internacional de pobreza. La crisis económica europea ha causado estragos en el país. La tasa de desempleo es aun importante y estos son los que sufren particularmente por este motivo. La pobreza tiene consecuencias inevitables en su alimentación, por lo que muchos enfrentan la desnutrición. Para encarar esto, algunos se prostituyen o trabajan ilegalmente. El tráfico y el turismo sexual infantil afecta gravemente a esta nación.

Silicon Valley, lugar en donde rumian los gigantes tecnológicos, afronta críticas cada vez mayores: Facebook está acusada de difundir noticias falsas, Twitter ha evitado solucionar el problema del acoso en su plataforma y Google sigue disputando batallas antimonopolio en Europa.

El cosmos de la tecnología en general ha socavado la privacidad, contribuyendo también a la desigualdad de ingresos al habilitar la automatización de cosas que antes representaban trabajos de individuos.

El paraíso de la industria digital, se instaló en una zona de disponibilidad de mano de obra barata; pero también ha desembocado en una cultura del dinero, por ello ha generado numerosos jóvenes emprendedores y millonarios.

Escándalos sexuales y maltratos, tanto hacia mujeres como a hombres, han terminado con renuncias hasta de los propios fundadores de empresas. No olvidemos que todos son territorios humanos.

(*) Abogada y escritora

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