Horacio Rodolfo Amarilla, había denunciado penalmente a un vecino platense por estafa, defraudación y administración fraudulenta. El denunciado además de sacarle una gran cifra de dinero se quería quedar con una casa que había sido donada por el doctor Favaloro. Ahora fue recuperada y pudo volver a su hogar.
NOVA anticipó hace unas semanas que un sobrino del reconocido cardiólogo René Favaloro había sido estafado en su buena fe. Horacio Rodolfo Amarilla, de 68 años de edad, firmó en agosto de 2011 un poder a nombre de Cristian Maximiliano Bravo, para que este lo ayudase con un trámite que él no podía realizar por estar hospitalizado.
Ante la privación de no poder acceder a su jubilación, Amarilla y su familia descubrieron que el poder firmado permitía a Bravo tomar decisiones sobre la administración de bienes y de comercios, realizar operaciones bancarias (como el cobro de jubilaciones o pensiones), compra y venta bienes, trámites administrativos y judiciales, pedido de créditos y préstamos, además de formar sociedades y otorgar escrituras.
Amarilla vive en una casa donada por el médico, que está ubicada en la calle 25 entre 45 y 46. Sin embargo, en el último tiempo no podía ingresar debido a que Bravo había iniciado actas de disposición sobre el bien. En este sentido, el abuelo tras recibir el alta de un nosocomio platense había sido trasladado a un asilo de ancianos.
El abogado de Amarilla, Julio Torrada, indicó que se le remitieron a Bravo cartas documentos para que rindiera cuentas, para que devolviera dinero y para que entregara el poder. Sin embargo, estas no fueron recibidas, por lo que se realizó una denuncia penal por estafa, defraudación y administración fraudulenta.
Ante esta negativa, se realizó mediante un acto notarial, ante el escribano Julián Castrillo, un documento que deja sin efecto, que revoca el poder antes firmado, por lo que no sólo Bravo no podrá acceder a ningún bien de Amarilla, sino que además el anciano podrá volver a su casa.
Torrada agregó que se está investigando a la notaria que firmó el poder, escribana María Eugenia Marrupe, porque, “para este tipo de poder, de tipo general amplio, es necesario acudir a una escribanía y firmarlo no sólo ante el escribano sino ante dos testigos y Horacio lo firmó mientras estaba internado” en un nosocomio platense.
