Opinión
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El misterio de la Bandera Argentina

En el caótico acerbo de intrigas que revuela sobre nuestra tradición nacional, la creación de la bandera argentina es quizá uno de los más confusos.

Por Santiago Albizzatti (*), especial para NOVA.

La historia argentina está repleta de contradicciones. La versión de los vencedores, la de los derrotados, la historia oficial y el paradigma revisionista, entre otras posturas, nos empujan de un rincón a otro como una pluma en el viento.

En el mejor de los casos, cada adaptación interpreta hechos irrefutables desde una óptica distinta. En el más habitual de los casos, cada postura cuenta lo que quiere contar, le agrega el producto de su invención, y simplemente omite el resto. Este inescrupuloso afán de gloria personal ha procreado una historia oficial de anécdotas dispersas y mal contadas, que se acumulan desordenadamente hasta transformarse en nuestros manuales de historia.

En el caótico acerbo de intrigas que revuela sobre nuestra tradición nacional, la creación de la bandera argentina es quizá uno de los más confusos. ¿Por qué se creó? ¿Cuáles eran sus verdaderos colores? ¿Qué simbolizan? ¿Cuántas franjas tenía?

Sabemos que el 27 de febrero de 1812 se enarboló por primera vez la bandera argentina. Sucedió en la ciudad de Rosario, a orillas del Paraná, en una pequeña fortificación en el contexto de la Guerra de la Independencia y el surgimiento de nuestro Estado Nacional. En Buenos Aires se izó por primera vez el 26 de agosto del mismo año, en la torre de la Iglesia de San Nicolás de Bari, en el mismo lugar donde hoy se encuentra el Obelisco.

No sabemos con exactitud qué fue lo que llevó al general Manuel Belgrano a crear la bandera. Lo más probable es que haya sido la reconocida mezcla de patriotismo y practicidad que invadió el espíritu del general hasta el mismo día de su muerte.

En aquel entonces, los ejércitos patriotas utilizaban como insignia las banderas reales. Esto generaba lamentables confusiones en el campo de batalla, dado que combatían contra fuerzas que enarbolaban la misma bandera. Se había sugerido, en ocasiones anteriores, la confección de un distintivo que elimine la similitud entre las tropas, pero las autoridades lo habían prohibido.

Resulta que si bien estaba completamente instalada la idea de la independencia, no lo estaba tanto la de la completa separación de la corona española. La máscara de Fernando nos impelía a, por ahora, mantenernos independientes, pero en la oscuridad.

Es en éste contexto que Manuel Belgrano pensó en la bandera argentina. Pero, ¿en qué se inspiró? Casi con seguridad, en la anteriormente creada escarapela argentina. Pero este dato, lejos de eliminar el velo del misterio, nos arroja una cortina aún más pesada sobre nuestros ojos.

¿En qué se inspiró, entonces, la creación de la escarapela? Es éste un misterio al que han dedicado numerosos escritos los más respetados investigadores nacionales, y casi sin excepción han llegado a diferentes conclusiones. Para algunos, se basa en el escudo de la Ciudad de Buenos Aires, creado por el gobernador Jacinto de Lariz en 1649.

Esta versión cimenta sus conclusiones en que era éste el escudo que colgaba de la fachada del Consulado de Buenos Aires, donde cumplía funciones Manuel Belgrano. Una segunda línea de investigación sostiene que la escarapela tiene su génesis en los chisperos Domingo French y Antonio Luis Berutti, que tomaron cintas celestes y blancas para repartirlas entre los adherentes a la revolución que merodeaban el cabildo en los memorables días del 22 al 25 de mayo de 1810.

Esta versión es notablemente confusa, dado que muchos sostienen que las verdaderas cintillas que repartían los patriotas eran blancas con la estampa de Fernando VII, otros que eran rojas y existe una línea de investigación que insiste en que eran rojas, blancas y azules en honor a la Revolución Francesa.

A través de este confuso génesis, se creó la escarapela en la que se inspiraría Belgrano a la hora de mandar a confeccionar la primera bandera argentina. Ahora bien, la escarapela oficial de aquel entonces era justamente al revés de la bandera que conocemos hoy en día.

Tenía el centro azul celeste y una gruesa franja blanca que la rodeaba por completo. Entonces, ¿cómo fue realmente la primera bandera nacional? Según Fernando Halperin, lo más probable es que haya tenido sólo dos franjas, una blanca y otra celeste.

De hecho, cuando el prócer informó sobre la creación de la insignia a las autoridades nacionales, sólo mencionó que la mandó a hacer "blanca y celeste, conforme con los colores de la escarapela nacional".

Esto motiva al historiador a pensar que, entonces, lo más probable es que Belgrano simplemente haya convertido aquella escarapela en una bandera consistente en dos franjas: una franja superior blanca y una inferior celeste. "Si hubieran sido tres franjas, probablemente lo habría aclarado".

Otro dato de importancia que apoya a esta teoría, es que en un retrato al óleo de Manuel Belgrano pintado por Charbonier, en presencia del prócer, se puede ver con claridad que un soldado a sus espaldas sostiene una bandera con sólo dos franjas, una celeste y otra blanca. Si se hubiese tratado de un error, ¿Belgrano no se lo habría corregido al artista?

También forma parte de la historia argentina el rechazo inicial que el gobierno del primer Triunvirato sintió por esta bandera, que exponía la estrategia independentista de nuestras fuerzas ante el enemigo imperial.

El 3 de marzo de 1812 el gobierno prohíbe al general Belgrano utilizar la bandera, y le ordena que la reemplace por la rojigualda del reino español. Lamentablemente para ellos, y afortunadamente para nosotros, la carta fue enviada a la Villa del Rosario, en la actual ciudad de Rosario, desde donde Belgrano había partido entre el 1 y el 2 de marzo hacia el norte, para hacerse cargo del Ejército del Norte.

Es gracias a esta alegre confusión, que la bandera continuó su recorrido a través de los territorios nacionales, incentivando a nuestros soldados a amarla, respetarla y defenderla, a costa de su vida si fuese necesario.

Muchos interrogantes se mantienen pie con respecto a la creación de la bandera argentina y, conforme pasan los años, parecieran no estar más cerca de resolverse. Hay mucho que aún no sabemos. Lo que sí sabemos es que Belgrano creó nuestra bandera, que la enarboló con orgullo, que la defendió con su vida, y que le inculcó una impronta histórica que hace que hoy, doscientos años después, la abracemos con orgullo ante la eventualidad de un evento deportivo, la apretemos con fuerza para defender nuestros derechos, nos envolvamos en ella para sentirnos unidos, rodeemos con ella a nuestros héroes y que con sólo mirarla logremos ser, en definitiva, un poquito más argentinos.

(*) Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, posgrado en Políticas Públicas, representante de "Usinas Pampa Sur La Plata", Centro de Estudios Multidisciplinarios (CEM) "5 de Noviembre". Sitio web: www.SAUTELMEGUSTA.com.ar

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