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Ni su familia puede contactarlo…

El marido de Karina Jelinek rompió con su pasado en La Plata

Fuga y misterio. La modelo disfruta de las mieles de un matrimonio feliz con uno de los personajes más enigmáticos del ambiente.

Se olvidó de todos. No ve a nadie. No atiende su teléfono. No le importa su familia. Leonardo Fariña, el flamante marido de Karina Jelinek, rompió lianas con su pasado en la ciudad de La Plata y hoy es, para los suyos, prácticamente “inubicable”.

Así se lo contaron a NOVA desde su entorno familiar. Por caso, su hermano, un estudiante de Psicología, no consiguió que Fariña le atendiera siquiera el teléfono celular. Ni hablar de los intentos de sus viejos amigos. Cortado todo tipo de comunicación, hoy dicen desconocerlo, como parece haber hecho él mismo respecto de su pasado.

Perseguido por la AFIP y la Justicia, el enigmático Fariña disfruta de las mieles de su inexplicable éxito económico y de las bondades de un matrimonio feliz con una de las modelos más deseadas de la Argentina. Sin embargo, todavía sigue sin poder explicar su fortuna, pese a las débiles defensas que su mujer hace en la red social Twitter.

Oriundo de la ciudad de La Plata, el esposo de Jelinek pasó de viajar en colectivo al Colegio Nacional, del que egresó en 2004, y de moverse en un Peugeot 206 que compró en cuotas; a ser propietario de un BMW 3.0 valuado en 467.600 pesos, del que debe 3.889 pesos de patente; a alquilar una casa en Punta del Este por 30 mil dólares mensuales y a gastar diez mil dólares en botellas de Dom Perignon durante una noche de diversión en el boliche Tequila.

La relación con la voluptuosa modelo comenzó el 28 de enero pasado, y todo se dio muy rápido. Al mes de conocerse, la llevó a Cancún, le propuso matrimonio en la playa y le regaló un anillo de Tiffany’s valuado en 40.500 euros.

Según una investigación publicada por la revista “El Guardián”, Leonardo Fariña abandonó a su primera mujer cuando estaba embarazada de dos meses. Su hijo ahora tiene cuatro años y vive en La Plata. Le dio el apellido cuando la Justicia confirmó su paternidad por el ADN y fijó una cuota alimentaria de 350 pesos, un tercio de lo que él paga por una botella de champán.

La misma publicación expuso que, para la AFIP, Fariña es un fantasma. No es ni monotributista. Sólo aparece como socio de la financiera Andrómeda Corporate Finance. Y ya desde de la AFIP y Rentas de la provincia de Buenos Aires lo están investigando. No tiene cuentas, cajas de ahorro, tarjetas de crédito a su nombre, no paga ganancias, no tiene antecedentes laborales comprobables y no aparece en el régimen de autónomos.

No hay registros del pago de impuestos en los últimos cinco años y tampoco tiene antecedentes bancarios ni morosidad. No cuenta con cheques rechazados ni antecedentes judiciales. No tiene embargos, juicios o quiebras. O sea, un misterio total. Una fortuna inexplicable. Y un pasado que pretende olvidar.

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