Opinión
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El final de la relación Perón – Cámpora

Héctor Cámpora y Juan Domingo Perón.

Por Alberto Aispuru (*), especial para NOVA.

Con motivo de cumplirse el 40 aniversario de la desaparición física del general Juan Domingo Perón, es oportuno recordar la relación con el exdelegado personal Héctor Cámpora, apellido que ha tomado últimamente notoriedad, debido al accionar de la agrupación juvenil del kirchnerismo.

El día 28 de junio de 1974, en forma sorpresiva y secreta, Héctor Cámpora, por entonces embajador argentino en México, aterrizó en Ezeiza, 48 horas antes de una conversación por teléfono con su hijo Héctor junior: “Le dijo que el próximo martes 28, llegaría un amigo a Ezeiza, a quien debería ir a buscar, cuando Héctor chico llegó al aeropuerto casi se cayó de espaldas: el amigo era su padre”, publicó Miguel Bonasso en “El Presidente que no fue”.

Hay dos conjeturas sobre este imprevisto regresó del “Tío”: una, que ante el desenlace inminente del fallecimiento de Perón, procuró estar en Buenos Aires como forma de solidaridad y respeto al anciano Líder, la segunda, que hechos posteriores la vuelven más verosímil, que era parte de una “operación política de la Tendencia Revolucionaria (Montoneros). El General pareció así entenderlo cuando según el relato del doctor Pedro Cossio (hijo), el médico que acompañó a Perón hasta su muerte”; y al firmar la renuncia, “Perón dio expresas instrucciones que mi padre las escuchó, omitiendo a propósito agradecer los importantes y patrióticos servicios prestados” y agregó: “Eso fue un acto para mostrar el fastidio por la gestión de Cámpora”.

48 horas después, el 1 de julio de 1974 falleció el histórico líder de los trabajadores y comenzó a desarrollarse, aún en momentos de su velatorio una trama que tenía como objetivo reposicionar a Montoneros en el centro de la escena política del país.

Según narró el biógrafo de Cámpora, Miguel Bonasso, “Montoneros comenzó apoyando la continuidad institucional mientras varios militantes del área política, comenzamos una intensa ronda de entrevistas con dirigentes del radicalismo para unir esfuerzos contra el Brujo Leopoldo Moreu que trabajaba en Noticias –órgano oficial de Montoneros- me armó una reunión con Alfonsín, Fredy y Conrado Storani, donde hubo grandes coincidencias, también visité a Troccoli en el Congreso, mientras Habegger se veía con Enrique Vanoli”. (SIC)

No hay constancia de alguna reunión directa con Ricardo Balbín, jefe de la UCR, pero es posible que a través de Troccoli y Vanoli, el “Chino” habría manifestado su absoluto rechazo a la propuesta de Montoneros de “armar” un gabinete (con ellos incluidos) que rodeara a la Presidenta recién asumida.

La respuesta de la “orga” no se hizo esperar, el 15 de julio un comando montonero acribilló en un restaurante de San Justo a Arturo Mor Roig, hombre absolutamente identificado con Balbín al decir de Bonasso: “Si la ejecución de Rucci había enfrentado a Montoneros con un vasrto sector del peronismo, la de Mor Roig le significó la condena unánime del radicalismo”, algunos dirigentes de la organización justificaron el crimen, sugiriendo que era una manera de apretar a los radicales porque el “Chino” no se había jugado contra el “Brujo”.

Desaparecida la posibilidad de retornar a la “vidriera” política, Cámpora regresó a México, no ya como diplomático sino como exiliado, el sueño quizás impuesto por terceros de convertirse en el conductor de la centro-izquiera argentina había quedado atrás.

(*) Exconcejal del Partido Justicialista de La Plata.

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