Opinión
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Ecoparques, ¿cambio real o virtual?

Rosana Laplace, especialista en Medicina en Fauna Silvestre.

Por Rosana Laplace (*) especial para NOVA

A un año de comenzar a pensar que un cambio en las instituciones zoológicas es posible, seguimos a la espera.

Comenzamos con los nombres Ecoparque, Bioparque, como si ello marcara su destino; seguimos con una Autoridad de aplicación del Estado que salió a la calle a controlar, a mantener o suspender las habilitaciones correspondientes.

En las Cámaras, nuestros legisladores comenzaron a incursionar en el tema y a proyectar a futuro, algunos con conocimiento, otros asesorándose y otros con un claro desconocimiento sobre la temática.

Salimos a principios de año con un Zoológico de Mendoza repudiado, juzgado desde el afuera como si no hubiera responsables de nada ¿Alguien pudo escuchar cual es la colección de animales que posee, quiénes son sus autoridades, su historia, si es del Estado o esta concesionado o es privado, quién es el profesional médico veterinario responsable, cuál es la superficie del predio y dónde se ubica geográficamente? Solo supimos la historia (o el fin) del oso Arturo.

Seguimos con un Jardín Zoológico porteño del cual en realidad poco se sabe; conocemos a una orangután hembra llamada Sandra que ya fue declarada sujeto no humano, con demasiados derechos robados; desconocemos si en la actualidad está en manos del Estado, de una concesión, de un privado o de todo eso junto y mezclado que se llame ONG.

Continuamos con un Zoológico platense en manos de un grupo de empleados municipales pertenecientes al mismo, a Zoonosis o a Control Urbano; con una elefanta Pelusa que está pero no sabemos cómo; sería bueno contar públicamente su situación y la de todo el predio, ya que en definitiva, todo lo que allí existe es patrimonio de la ciudad.

Terminamos preguntándonos qué fue de la vida del Zoológico de Colón, provincia de Buenos Aires, cerrado hace años pero con sus animales dentro o el Zoológico de Lujan, privado de no sabemos qué ni de quien, pero que hace demasiado tiempo hace oídos sordos a la Ley 12238 que prohíbe que el público visitante tenga contacto directo con los animales que alberga y hacen de ese espectáculo casi circense, su propia publicidad.

Dejamos a Batán, Olavarría, Pacuca, Sierra de los Padres, América, Cañuelas, Mar del Plata, San Clemente…y tantos más para otro momento, que tal vez llegue solo con el cambio de sus nombres.

(*) especialista en Medicina en Fauna Silvestre, jefa del Servicio de Animales No Tradicionales en el Hospital Escuela, y docente (Facultad de Ciencias Veterinarias, UNLP)

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