Opinión
Grandes autores

De Mark Twain al siglo XXI

María del Carmen Taborcía es abogada y escritora.

Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA

Hombre nacido en el siglo XIX que nunca pretendió educar o cultivar a las personas, sí divertirlas.

Samuel Langhorne Clemens, escritor nacido en Florida, Missouri, Estados Unidos, pseudónimo: Mark Twain, vieja expresión de navegación fluvial equivalente a unos cuatro metros, que gritaba el sondeador al piloto de la embarcación, como diciéndole: “aguas seguras”. Oficio que ejerció un tiempo.

Recorrí, a través de la lectura de sus obras, las aventuras narradas, su imaginación, sus reflexiones, las ácidas críticas, la ironía, su profundo sentido de la honestidad, y cierta mirada escéptica sobre la esencia humana.

Sí, es uno de mis autores favoritos, crecí con él intelectualmente, porque cuando alguien nos hace pensar, analizar, razonar, indefectiblemente uno se enriquece.

Rumiando me han dejado sus risueñas cavilaciones, sus impresiones y sentencias. Me he reído con él, pero también he sentido la obligación de indagar, observar, cuestionar, explorar.

“Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados…”, decía Twain y agrego: al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Parece que no ha pasado el tiempo, más de ciento ochenta años, casi dos siglos, y se siente como que cada palabra de sus frases sigue vigente.

Es bueno de vez en cuando recordar a estos individuos, mentalmente abiertos, para verificar, humanamente, en dónde estamos parados actualmente.

Twain es considerado “el padre de la literatura norteamericana”, pero fue sumamente polifacético, además de escritor, orador y gran humorista -esto último, plasmado en muchos de sus libros- demostró gran interés por la ciencia y la tecnología. Tuvo una gran amistad con Nikola Tesla.

Otro de sus dichos: “A mi edad, cuando me presentan a alguien no me importa si es blanco, negro, católico, musulmán, judío, capitalista, comunista…me basta y me sobra con que sea un ser humano. Peor cosa no podría ser”. Impacta esta valoración ¿verdad?

El mundo ha cambiado, la ciencia y la tecnología que tanto le interesaban a Twain nos han brindado otras maneras de contacto, búsqueda, comunicación, progresos en diversos campos de la medicina, y así podría continuar enumerando los avances que hemos alcanzado gracias al ingenio de nuestros semejantes.

Pero qué hay de esos atributos que nos habilitan para denominarnos “personas humanas”. ¿Nos hemos corregido? ¿Nos hemos superado? ¿Hemos evolucionado?

Me permito dudar.

¿Y ustedes?

(*) abogada, escritora.

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