Opinión
Modas

Cato y los libertarios

María del Carmen Taborcía, abogada y escritora.

Por María del Carmen Taborcía (*) especial para NOVA

Están de moda. Sus prédicas hacen mella generalmente en los más jóvenes. Los vituperios contra los políticos caen bien, son aplaudidos. Algunos comenzaron con cierta tibieza aprendiendo a nadar en el caldo de cultivo mediático y en el paralelo mundo de las redes sociales; ahora son imparables, frenéticos.

Se multiplicaron. Uno trajo al otro y así sucesivamente. Al unísono discurren sobre los mismos temas. Con claridad y perspicacia, van penetrando en las mentes de los que necesitan líderes, de los que tragan sin masticar previamente.

Se autodenominan libertarios, minarquistas, ácratas. No es lo mismo, pero suena audaz, valiente. La palabra libertad es muy cautivante, quien se resiste. Y arengar contra el Estado devorador, primitivo, insaciable, se siente de maravillas.

Cuando exteriorizan su rechazo absoluto contra los que gestionan el erario y las políticas públicas por ser ineptos, incompetentes, corruptos, en fin, deshonestos, nos alegra que sus voces resuenen con fuerza, que rompan los cristales, que sean como flechas enajenadas apuntadas con hábil puntería hacia el centro de la vil estafa.

No les falta lucidez ni racionalidad.

¿Pero serán cantos de sirenas?

Adoradores de Milton Friedman, Ludwig von Mises y la Escuela Austríaca, Friedrich von Hayek, Ayn Rand, John Stuart Mill y otros economistas y filósofos propaladores del mercado libre. Sin dudas que vale la pena leer a estos pensadores.

¿Qué relación tienen con el Cato?

El Instituto Cato es un laboratorio de ideas con sede en Washington D.C., no afiliado a partidos políticos y con personalidad jurídica sin ánimo de lucro. Lema: libertad individual, gobierno limitado, mercados libres y paz. Se dedica al lobby y busca la promoción de políticas públicas consistentes con esos principios.

El Cato tiene ingresos recibidos por donaciones. Según sus críticos admite dinero de corporaciones con condiciones impuestas, sugiriendo que al aceptar dineros de organizaciones comerciales, como Philip Morris o ExxonMobil, ha comprometido su independencia intelectual. También ha sido criticado por su asesoramiento a las reformas neoliberales que realizó la dictadura militar de Pinochet en Chile, en la década de 1980, basadas en la desregularización de la economía, del mercado laboral, de las pensiones y otros servicios sociales.

Según dicen, el Instituto Cato “dejó de defender ideas para defender intereses”. Obviamente el de las multinacionales.

Los libertarios y el Cato, tienen como profetas a los economistas Milton Friedman, el guía de los “Chicago Boys”, y a Friedrich von Hayek.

(*) Abogada y escritora.

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