Opinión
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A 63 años del nacimiento del hombre que nos enseñó el rumbo

Néstor Kirchner cumpliría este lunes 63 años.

Por Sabino Mostaccio (*), especial para NOVA.

Este lunes, se conmemora un nuevo aniversario del nacimiento de uno de los hombres más importantes que ha dado la política argentina en los últimos tiempos. Protagonista ineludible de la última década argentina, aun incluso después de su desaparición física. Nos estamos refiriendo, claro está, a don Néstor Carlos Kirchner.

Nacido en la lejana provincia de Santa Cruz, siendo por tanto el primer hijo dilecto de la Patagonia argentina que ocupó el alto cargo de presidente de la Nación Argentina, Néstor Kirchner dedicó gran parte de su vida a la actividad política, creyendo firmemente que esta era una actividad absolutamente necesaria para crear una sociedad sana y civilizada, donde la justicia y la libertad fueran el pan de cada día para millones de personas.

Realizó sus estudios de Derecho en la ciudad de La Plata, a fines de los años 60, época turbulenta de nuestra historia, en un país que se debatía en busca de mejores horizontes. Fue en la Universidad Nacional de La Plata, su "alma mater", donde tomó contacto con una realidad social y política en efervescencia, y comenzó sus primeros pasos en la militancia política.

Fue también en La Plata donde un día conoció a la que sería su compañera de toda la vida y su gran apoyo político, Cristina Fernández. Ambos comenzaron una temprana militancia en el Partido Justicialista, y alrededor de 1976, obligados por las oscuras circunstancias que atravesaba el país, decidieron instalarse de nuevo en el sur, donde durante esos años turbios se dedicaron a los negocios privados y al ejercicio de la abogacía, esperando que algún día el retorno a la normalidad democrática les permitiera a ambos despuntar su por entonces latente vocación política.

Tal oportunidad se dio a partir de 1983, y el joven Néstor Kirchner escaló posiciones rápidamente en el Partido Justicialista de Santa Cruz, comenzando su travesía por el "cursus honorum" de la política local: en 1987 alcanza la intendencia municipal de la capital provincial, Río Gallegos, y en 1991 llega a la gobernación provincial, sirviendo durante cuatro mandatos consecutivos, hasta el año 2003.

Ese año, le había llegado la oportunidad de pegar el gran salto al escenario nacional, ya que una importante facción del PJ lo ungió como candidato a las presidenciales, donde enfrentaría, entre otros postulantes, a dos dirigentes de peso, dos hombres poderosos e influyentes aún, y ambos ex presidentes de la republica, Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá.

Por entonces, el país se revolvía en el caos provocado por el brutal estallido de la burbuja neoliberal que había causado la crisis del año 2001, con su trágico saldo de devastación en la economía nacional y profundas conmociones sociales. En un país caótico, el gobierno provisorio del justicialista Eduardo Duhalde (que debía completar el mandato dejado vacante por el radical Fernando De la Rúa), se hallaba en retirada, y un escepticismo total respecto de la política, combinado con un repudio masivo a los políticos (a quienes la ciudadanía percibía como responsables de la ruina nacional), asfixiaban la vida cívica nacional.

En este contexto, Néstor Kirchner consigue el segundo lugar en la primera vuelta, y debía disputar la segunda vuelta contra el ex presidente Menem. Cuando se avizoraba un arrollador triunfo de Kirchner, frente a un Menem desprestigiado y desgastado por los inmensos errores cometidos en los años ‘90, este último retiró su postulación, por lo que se proclamó ganadora a la fórmula Néstor Kirchner - Daniel Scioli. Pero Kirchner llegó debilitado al poder, habiendo obtenido una legitimidad electoral débil (apenas 22 por ciento de los votos), por lo que el desafío no podía ser más mayúsculo cuando el 25 de mayo de 2003 asume la Presidencia.

Inmediatamente, Néstor Kirchner comenzó a trabajar en dos sentidos: buscó crear una base de poder sólida para sustentar su proyecto político, superando la escasa legitimidad de las urnas; y gestionó la reconstrucción definitiva de un país devastado.

Apoyado por algunos sectores del PJ que habían combatido al neoliberalismo menemista de los ‘90, y atrayendo a numerosos sectores de izquierda y centroizquierda que no se sentían contenidos por los partidos tradicionales (ex radicales, ex frepasistas, ex socialistas, etcétera), fue cumpliendo el primer objetivo.

Luego, apoyado en un eficiente núcleo de colaboradores, algunos heredados de su antecesor y otros que venían de la experiencia santacruceña, sumado a un contexto internacional que empezó a ser favorable a la economía argentina, en cuatro frenéticos años se fue logrando la reactivación nacional: reconstruyendo la industria, levantando las economías regionales agrícolas, saneando el sistema financiero, reduciendo la deuda nacional, reinsertando al país en la economía mundial, redistribuyendo el ingreso nacional con políticas sociales activas, recuperando el trabajo argentino, sumando a la integración latinoamericana optimizando un Mercosur atrofiado, etcétera. Así, la Argentina volvió a recuperar respecto y credibilidad a nivel internacional y se fueron dejando atrás las tristes secuelas del neoliberalismo.

En cuanto a la vida pública de Néstor Kirchner, afianzó en 2006 su liderazgo en el Partido Justicialista, desplazando a gran parte de la vieja guardia, que fue a nutrir la oposición política. Se fue haciendo realidad una notable recuperación del valor de la actividad política, y sectores hasta entonces marginados se acercaron con nuevos bríos a la militancia, se retomaron viejas banderas políticas, y con la política de derechos humanos se incorporó una revisión crítica del pasado, con gran protagonismo de la justica argentina en la tarea de esclarecer lo sucedido en años oscuros y traer un poco de paz, justicia y reparación a muchas familias que habían sufrido graves pérdidas.

En 2007, concluyó su mandato exitosamente, habiendo obtenido un amplio reconocimiento tanto dentro como fuera de las fronteras, por sus dotes políticas, y pasó la antorcha a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, con la promesa de volver a la presidencia en un futuro.

No obstante, no abandonó el liderazgo de la causa. En 2009, tal vez el año más duro de su carrera política, sufrió Kirchner una amarga derrota en las elecciones legislativas. Cuando todos lo creían acabado, el ex presidente redobló la apuesta, sacó sus mejores cartas, y profundizó y reforzó su modelo político. Para el momento de su desaparición física, estaba ganando la partida a sus rivales, sacando a relucir su habilidad de conductor y estratega. Había instalado su figura en el centro de la escena y preparaba su regreso en 2011.

Tras su prematura desaparición, su esposa continuó la labor encomendada por él, y el proyecto fue revalidado en las urnas por una gran mayoría. Actualmente, el mundo y el país atraviesan tiempos de gran incertidumbre, y así como lo fue en vida, aun después de muerto la figura de Néstor Kirchner, como tan frecuentemente ocurrió en nuestra historia, sigue dividiendo las aguas, tanto a favor como en contra, y sus herederos políticos deben afrontar duras pruebas en un mundo más hostil y difícil.

Pero a esta altura de las circunstancias algo es seguro, Néstor forma parte de nuestra historia, con sus virtudes y defectos, aciertos y errores, vive su memoria en los corazones de millones de enfervorizados compañeros que siempre tendrán el agradecimiento a flor de piel para con ese hombre que les devolvió mucho; y representa aún para muchos argentinos, un mito poderoso, una guía en tiempos turbulentos, una cabal representación de que la fortuna favorece a los osados, y Néstor Kirchner de eso tuvo bastante.

(*) Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, representante de "Usinas Pampa Sur La Plata", Centro de Estudios Multidisciplinarios (CEM) "5 de Noviembre". Sitio web: www.SAUTELMEGUSTA.com.ar

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