Opinión
¿Guarda monedas o sitios oscuros?

Los bolsillos

María del Carmen Taborcía, abogada y escritora.

Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA

Si nos circunscribimos a lo etimológico, un bolsillo es un bolso pequeño que suele utilizarse para llevar monedas. Pero el bolsillo típico es un trozo de tela en forma de bolsa cosido por dentro a una prenda de vestir. También puede tener un sistema de cierre como la cremallera, botón, etc., para impedir que se salgan con facilidad los objetos que se guardan en él.

Los bolsillos también pueden estar en maletas, bolsos, carteras, y generalmente son para poner en ellos elementos de tamaño pequeño. Existen usos coloquiales del término bolsillo: 1) aflojar el bolsillo, pagar algo en contra de su voluntad o de mala gana; 2) meterse a alguien en el bolsillo, ganarse la simpatía o el apoyo de una persona; 3) no echarse una persona nada en el bolsillo, no suponerle ningún provecho cierta cosa.

Puede ser un sustantivo cuando hace alusión al tamaño reducido: edición de bolsillo. Ahondando en la historia tenemos que el bolsillo secreto, era el dinero que estaba a disposición del rey para gastos extraordinarios y personales.

Consultar a alguien con el bolsillo, es examinar el estado de su capital para emprender alguna actividad. “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”, dijo en marzo de 1989 el doctor Juan C. Pugliese, ministro de Economía, quien, en medio de un proceso hiperinflacionario, inmortalizó esta frase dirigida a los mercados.

Otra manera corriente y distendida es cuando se habla de: llenarse el bolsillo, al referirse a obtener ganancias, generalmente ilícitas. Enrique Tierno Galván (político, sociólogo, jurista y ensayista español), quien fuera alcalde de Madrid entre 1979 y 1986, dijo: “Los bolsillos de los gobernantes deben ser de cristal”.

Pero el humilde y muy famoso bolsillo, pasó de ser un simple guarda monedas, pañuelos, relojes o pelusas, a un sitio oscuro, opaco, insondable, en donde meten las manos los seudo políticos para acaparar, de forma ilegal, las riquezas que genera un pueblo al cual pregonan servir.

Esperemos que en algún momento lleguen otros vientos y que nuestra nación no termine como la canción de Jovanotti: con “los bolsillos llenos de piedras”.

(*) Abogada y escritora

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