Opinión
Somos los mejores...

¿Y el savoir faire?

María del Carmen Taborcía, abogada y escritora.

Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA

Savoir faire, términos en francés que significan “saber hacer”, conocimientos técnicos, experiencia, habilidades, perspicacia financiera, etc. Del “somos los mejores”, “podemos todo”, “todo es muy fácil de resolver”, a la recesión en diversos campos: salarios, empleos, actividad comercial.

Para que iterar lo que ya conocemos y que ha sido incrementado de manera pantagruélica en perjuicio de quienes habitamos el suelo argentino. Es decir, que en la merma y en el crecimiento, hemos sido doblemente dañados.

Las promesas y compromisos pronunciados en las campañas electorales, no sirven. Es bueno y necesario recordar las palabras para luego contrastarlas con los hechos, con las acciones de gobierno.

En el acto de cierre en Córdoba 2015, quien es el actual Presidente emitió muchas frases encendidas para su entusiasta audiencia: “A partir del 10 de diciembre hay un solo equipo, el equipo que a la Argentina le vaya mejor, que a los argentinos nos vaya mejor”; “Yo sueño con que nuestras ciudades, nuestros pueblos dejen de expulsar a sus jóvenes por falta de trabajo”, “Desarrollando esas maravillosas economías regionales vamos a generar más de dos millones de puestos de trabajo y eso va a ser el camino a ese compromiso que he asumido ya hace varios meses de una Argentina con pobreza cero”.

Se había vuelto a activar la expectativa, la confianza, otro crédito para una nueva gestión. Optimismo y certeza de cambio para mejor, habían calado en gran parte de la población de votantes que depositó en la urna su ilusión. Pero del “savoir faire” no quedó nada. Y de la fidelidad, convicción y euforia de los sufragistas queda poco. ¡Otra decepción, otro desaliento!

Cuando se hace referencia al “saber hacer”, se retoma el concepto de competencia, el cual se define como la capacidad, habilidad y destreza que desarrolla una persona en cuanto a cómo aplicar en “el contexto” los conocimientos adquiridos, permitiéndole de esta manera resolver situaciones diversas.

Pero no nos olvidemos de un ingrediente tan importante como los mencionados: las intenciones. Estas permanecen ocultas, dado que generalmente no son loables y por ello conviene no darles publicidad; hasta que llega un momento en que resulta inevitable que vean la luz.

No es sencillo armonizar lo que se piensa, lo que se dice, lo que se hace; pero cuando se trata de la gestión de una nación sus discordancias suelen ser devastadora.

(*) Abogada y escritora

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