Opinión
En Abasto

El Pinar, fútbol y música del Paraguay en un rinconcito de la capital bonaerense

Todos los domingos, desde hace casi una década, el fútbol y la cultura generan un espectáculo familiar en un Complejo Deportivo sito en Abasto.

Por Gabriel “Colo” López, especial para NOVA

Pinar. En 5 letras está todo resumido. Las mismas letras llevan otras dos palabras que combinan muy bien con el predio… balón… baile. Cada domingo, en 32 y 216, en una zona rural de Abasto, en cercanías a La Plata -capital bonaerense-, de día y de noche, para los hombres y para las mujeres, hay un lugar que es un regalo, una invitación ideal para el pasatiempo familiar o entre amigos.

Un campeonato de “tierra adentro”, que siempre tiene duración de 5 fechas. Y cada jornada deportiva es continuada por un show bailable, con bandas en vivo, que llegan del Paraguay, México o de algún rincón de la Argentina misma. Antes o después de salir a la cancha (para 8 jugadores) se siente el olor al asadito, se ven los picnics con chipá y el infaltable tereré o algún trago.

Por supuesto que no todo es fútbol. El piki voley o los típicos habilidosos del voley pueden hacer de las suyas. Quien se mete en ese juego -de vez en cuando- es El Rulo Aquino, organizador de la fiesta junto a su compañera Elida Recalde (en estos días están los dos babosos por su hijo Brian que llegó con sus amigos a los Juegos Deportivos Bonaerenses, en la bella Mar del Plata-).

Lo cierto es que El Pinar se transformó en un Paraguay en miniatura, donde la rivalidad (hay un premio en dinero para el campeón, segundo y tercero) no es nunca una enemistad. Al contrario, se observa un escenario seguro, con buffet, parrilla, juegos para niños, salón bailable y verde por donde mire.

¡Dame pelota!

Reinaldo Dragueford, el DT de “Capibary”, equipo que es pionero en El Pinar. “Ganamos el primer desafío y después perdimos 6 finales al hilo”, explicó con orgullo.

Personas muy queribles, como Víctor Mercado, quien sabe hacer de todo: referí, parrillero, planillero. De lunes a sábado trabaja en una bulonera de Ensenada y se especializa en carpintería fina. Pero su vida no sería igual sin fútbol. Antiguamente, desde antes de que venga a El Pinar, conformó el equipo de paraguayos al que denominó “España” (por tener las camisetas del seleccionado europeo). Y que todavía sigue renovando con nuevas camadas de futboleros.

El color de las camisetas también nos lleva a pensar en el país bilingüe: la azul y amarilla de “La Usina” evoca a la casaca de Sportivo Luqueño; con la remera negra de “Los Porteños” (es como si fuera Olimpia sale al campo de juego; la azul de “San Cayetano” rememora la de Sol de América; y los muchachos de “Los Verdes” que tienen el tono del club paraguayo Rubio Ñu. Hay de todos los gustos.

La emoción sube los decibeles cuando, una vez por jornada, empieza la transmisión de “Conexión Deportiva”, con los relatos de Arnold Junior Cardozo (nacido en Campo 9) y los comentarios detallistas de Gabriel López (criado en Berisso, “la capital del Inmigrante”). Así, el aire abastense se vuelve un alarido por el dial de la 99.3 (FM) e incluso los jugadores y el público sienten por los altoparalantes cómo lo ven los periodistas.

¡Atajala, Chila!

Suelen haber excelentes cuidapalos: el capiateño Martín Jara, el encarnaceno Ramón Aquino, o los argentinos Fede Pacheco y Leo Fernández.

A Jorge Ramírez le gustan que lo llamen “El Chila”. Trabaja en el frigorífico del pueblo abastense y dice con honores ser “el único paraguayo”. Allí descarga camiones y en el arco descuelga las pelotas más endiabladas.

Ramón Bracho, un tipo que vive con buen humor, es locutor de la radio y se jacta que “si no fuera por la panza hoy sería un delantero estrella en las canchas de El Pinar”.

Realmente, el fervor y el preciosismo de algunos jugadores, confirman que no siempre por ser amateur y no vivir del fútbol le falte calidad. Se ven amantes del lujo, como Vicente Aguilar (“El Piru”, que sabe ir con sus hijitos Ronaldo, Neymar y Zidane), Francisco Servin, Darío Ortíz, Ariel Benítez, Miguel Cabrera, Salomón González, José Gauto, Aníbal Baez, los hermanos Araujo -Fernando y Bernardo-, Hugo Gómez, Ever Ocampos, Rigoberto González, Oscar Romero, o Pablo Araujo -que suele llegarse desde el pueblo de Verónica en moto para brillar con firuletes y bailar con la número 10-. Todos ellos son paraguayos, encaradores, tuneleros, aguantadores de la pelota y por supuesto enormes cabeceadores.

Nadie queda marginado de la fiesta. Quien vaya hacia la zona oeste platense tendrá un excelente lugar donde encontrará un trampolín feliz para luego encarar la semana laboral.

Las cosas del querer, el balón, el baile, El Pinar. Mientras la patria quedó atrás en la ruta (pero muy fuerte en el amor propio) un domingo encontramos a un rinconcito paraguayo en la capital bonaerense.

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