En la antesala de un gran evento programado para el 24 de septiembre en el Encuentro Club de San Justo, habló sobre sus inicios hiphoperos. “Tengo raíces afro por parte de mi mamá, eso me fue acercando siempre a la música negra”, comentó El Jay en alusión a su ascendencia caboverdeana.

“Fui indagando y encontré el rap, su origen marginal, de protesta, además del mensaje que daba, y me sentí muy identificado. Más allá de que la música me encanta, me gusta mucho”, relató.

A los 19 años se terminó de convencer, ya que “si bien hay música contestataria, antisistema, el rap es más explícito y menos censurado, se puede decir lo que uno quiera, como quiera”.

Consultado sobre las situaciones que lo inspiran a la hora de escribir, señaló que son todo lo que tuvo, tiene y va a tener a su alrededor: “Escribo sobre lo que está pasando ahora y sobre lo que me pasó, las vivencias de gente que vive conmigo”.

“Yo vivo en un ámbito bastante marginal, me crié en barrios bajos y eso realmente te lleva a tener muchas experiencias de vida, muchas no agradables y otras no tanto. Trato de absorber todo como artista, y devolverlo”, definió en una amena charla.

Aunque habitualmente el gusto por este tipo de música suele nacer a partir de barriadas con amigos, el entrevistado sorprendió admitiendo que fue “al revés”. Arrancó él y luego se fueron sumando muchos pibes del 1° de Mayo; los atrajo a que se interesaran en lo que hacía. Y lo cierto es que en esas calles reinaba la cumbia.

Teniendo en cuenta la necesaria preparación lingüística y literaria que requieren los raperos a la hora de componer, como poeta callejero El Jay explicó que “lo más importante es que uno sea portavoz de la realidad en la que está inmerso. Sí es importante leer, pero también contar o reflejar lo que uno está viviendo, desde su punto de vista. Leer sirve mucho porque las palabras son herramientas”.

Tuvo su época de batallas, competencias de freestyle en ronda, pero sin dudas le interesaba más sentarse a escribir: “Admiraba mucho a Tupac, siempre me atrajo eso de plasmar en una hoja lo que siento. Lo vi siempre como una salida, un desahogo para lo que me pasaba en ese momento en vez de hacer lo que otras personas: cosas más dañinas”.

En cuanto a cómo logró dar con la melodía adecuada para sus rimas, recordó que para su primera canción grabada había encontrado entre varias descargas una pista vacía que dio justo en la tecla: “Con el tiempo, cuando tuve que hacer algo más profesional aprendí a componer, me senté a tocar hasta que salió una pista y otra. Después terminé produciendo”.

Agradecido de estar respaldado por EAP donde un equipo de productores trabaja con él, sostuvo que ya no se ve en la necesidad de “hacer todo ese trabajo” así que simplemente se dedica a crear. Sin embargo valora haber realizado la música para sus dos últimos discos.

En estilo en el que más se concentra por cuestiones de gustos es el West Coast (propio de la costa oeste de Estados Unidos) “la música que hacía Tupac, Dr Dre, Snoop Dog”.

“Pero hoy en día hago todos los estilos, estoy haciendo trap (fusión con la electrónica) aunque me gusta ir mezclando, experimentando. De hecho, en el último disco hago un tema con un colombiano de Aniceto Molina que está sampleado, se llama Cumbia Rebaja. Trato de hacer lo que me viene a la cabeza, no tengo reparo para los géneros. Me encanta fusionar”, aseguró.

Finalmente, ante el pedido de su opinión sobre el auge del reggaetón en nuestra sociedad, respondió: “Respeto toda la música, todo tiene un tiempo y un lugar, como también lo puede tener Chopin, Bach. No desprestigio ningún género y jamás lo haría porque creo que la música es expresión, es arte”.