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Remataron parte del mobiliario

Adiós a un pedazo de la historia platense: cerraron el tradicional bar "El Parlamento"

El Parlamento cerró sus puertas y este martes remató su mobiliario.

La tristeza, como la describía algún tango, ya no es sólo porteña. Desde fines de agosto los platenses comparten ese sentimiento, luego que el último dueño del tradicional café-bar “El Parlamento” decidiera dejar de luchar contra la adversidad de los vientos modernos y abrir por última vez sus puertas. Como tantos lugares emblemáticos, desde esta céntrica esquina también se construyó parte de la historia de la ciudad de las diagonales.

“Papá no quiere dar más notas”, respondió a NOVA una de las hijas de Juan José Veiga, último dueño del Parlamento. “Se pone muy triste, le hace muy mal hablar de por qué cerramos”, agrega y ante la insistencia recuerda que su padre comenzó a ayudar a su abuelo, Manuel, en 1975, quien en 1957 cumplió su sueño de convertirse en el dueño del bar. El relato se funde entre el ruido de las personas que entran por última vez a retirar “un recuerdo”, como reza el cartel de la puerta que invita a los transeúntes a presenciar la liquidación de vajilla y mobiliario del lugar.

Parte de la historia de La Plata

Nacido como “El Paulista”, el bar se transforma en “El Parlamento” en 1957 y ocupó hasta hace unos días atrás la tradicional esquina de 7 y 51. Se constituyó con el tiempo, no sólo en uno de los bares más antiguos de la ciudad de La Plata, sino en uno de los más tradicionales. Si bien su gran reforma fue en la década del ’70, conservó, hasta sus últimas horas, características fundacionales.

Ubicado frente al edificio de la Legislatura bonaerense, fue centro y testigo de reuniones del mundillo político. Entre sus mesas deambularon legisladores y las crónicas de la época relatan que el ex gobernador Anselmo Marini, al frente del Ejecutivo bonaerense entre 1963 y 1966, era un habitué de El Parlamento y llegaba al lugar sin custodia. También fue un cliente asiduo el ex intendente platense Juan Carlos Alberti, quien gestionó la ciudad entre 1983 y 1987.

Pero no sólo políticos eligieron El Parlamento para disfrutar su vermut o la tradicional picada de esa esquina, mientras en acaloradas conversaciones decidían el destino de la Provincia. También cientos de platenses comunes optaron por este bar y se convirtieron en la clientela habitual, quienes unidos a la decoración, fueron parte de una escena que ahora ya forma parte del pasado.

Rematando recuerdos

“Se juntan muchas circunstancias”, indica la hija de Veiga al ser consultada sobre los motivos del cierre y enumera que si bien el definitivo fue el costo del alquiler; la merma de la clienta debido a la falta del futbol codificado, la prohibición de fumar en lugares cerrados y el horario limitado para extender bebidas alcohólicas, fue determinante para su funcionamiento.

Pese a que su fecha de cierre fue la última semana de agosto, este martes reabrió sus puertas para liquidar la vajilla y parte del mobiliario. “No me queda ni un platito de café, se llevaron todo”, indicó una mujer al salir de la cocina, respondiéndole a otra que la esperaba en el mostrador.

Durante todo el día decenas de tazas, platos, vasos, servilleteros, cubiertos, porrones de cerámica, botellas empezadas, sillas y mesas fueron vendidas a precios muy bajos. Sólo algunas mesas agrupadas en un rincón y unas sillas con cartelitos que indican “reservada” parecen ser lo único que queda del mítico bar.

Quedarán en el recuerdo de los que pasaron por El Parlamento los pedacitos de historia que se hilvanaron en más de cincuenta años.

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