Opinión
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¿Una nueva devaluación luego del Mundial?

Pablo Bolino.

Por el Lic. Pablo Bolino (*), especial para NOVA.

El año 2014 arrancó como un año difícil en lo económico, y por las principales señales que emitieron los responsables de la política económica, no creo que cambie mucho.

Como todos los años, siempre se torna difícil la discusión paritaria salarial, sobre todo en contextos inflacionarios elevados. Se ha evidenciado cierta tensión entre sindicatos, empresas y el Estado nacional. Los primeros reclaman la pérdida de capacidad de compra, los segundos su rentabilidad y el incentivo de continuar invirtiendo, y el tercero de interlocutor entre ambos para poder pasar el 2014 sin mayores sobresaltos, previendo los problemas que se avecinan.

Como toda negociación, siempre se cede ante ciertos pedidos para llegar a buen puerto, salvo que lo hagan unilateralmente. En esta oportunidad, el gobierno nacional mostró como un logro que ciertos sindicatos afines hayan quedado satisfechos con el nuevo acuerdo salarial, menor al 30% y pagaderos en dos oportunidades, uno ahora y el otro en septiembre.

La ruptura con una parte significativa del sindicalismo se debe a que se establece un límite a las paritarias. Este “techo”, viene en consonancia con las políticas “ortodoxas” que han venido implementado desde principio de año.

La pauta por parte del gobierno nacional de un incremento salarial menor al 30% se toma como referencia para el resto de la economía. De esta manera se contiene al efecto “espiral salario-precio” y no alimenta la creciente inflación que nos encontramos padeciendo.

Por otro lado, el fuerte incremento en la tasas de interés por parte del BCRA impacta directamente en una restricción a los créditos destinados a PyMes, créditos hipotecarios y créditos personales, llegando a niveles muy difíciles de acceder y/o de financiar oportunidades de negocios.

En la misma línea de las medidas ortodoxas, criticadas fervientemente por integrantes del gobierno nacional, se propuso la eliminación de subsidios para los servicios de luz y gas. La avalancha de subsidios particularmente a estos sectores fue de tal magnitud que generó una distorsión de precios tan importante que un café con medialunas puede resultar más caro que una factura bimestral de luz o de gas.

Además, si el usuario percibe al servicio como “barato” va a hacer un mal uso del mismo, llegando a colocar un aire acondicionado por cada ambiente de su vivienda. En cualquier país del mundo, existe la tarifa social, donde acceden a ella quienes cumplen determinadas condiciones y el resto paga lo que el servicio realmente vale.

En Argentina funciona a contramano del mundo, donde una persona en el barrio de Palermo paga menos de luz que una persona en un barrio humilde de la ciudad de Córdoba.

El mejor camino hubiese sido ir eliminando progresivamente los subsidios para que el golpe al bolsillo no fuera tan fuerte y, sobre todo, para que no afecte al gran caudal de votantes que el gobierno nacional supo tener.

Este conjunto de medidas pone un fuerte freno al consumo, motor sumamente importante del modelo económico de los últimos 10 años.

Parafraseando el refrán “quien se quemó con leche ve una vaca y llora”, algo similar ocurrió para aquellos tenedores de bonos que ajustaban por cupón PBI. La decisión del Gobierno se basó en no perder más reservas del BCRA, que son la principal artillera para evitar cualquier corrida contra el tipo de cambio.

Se implementó el artilugio que según el INDECnu (INDEC Nuevo) el crecimiento del país fue del 3%, dato que no habilito la cláusula gatillo de abonar USD 3.500 millones.

Aquellos inversores tanto nacionales como internacionales pusieron el grito en el cielo con respecto a esta medida. Es más, varias estimaciones privadas ponen a la Argentina con un crecimiento del 4,3 %, valor bastante más alto que el mencionado por el organismo de estadísticas y censos nacional. Así se genere un foco de conflicto adicional a los ya existentes, poniendo en aprietos la obtención de créditos por parte de organismos internacionales tan necesarios por estos tiempos.

Palpitando el Mundial en pocos meses, volvió el dólar Messi. Después de una fuerte intervención del BCRA logró bajar el dólar blue en torno a los $10. La pregunta que nos hacemos siempre es, ¿hasta cuándo?

Dependerá de varios factores, por un lado las medidas ortodoxas implementadas por el Gobierno tendieron a reducir fuertemente el consumo, inclusive en marzo se estima una inflación algo más baja que meses anteriores (inclusive con la medición del INDECnu), porque los consumidores han reducido su demanda.

Encuestas recientes muestran que siete de cada diez consumidores redujeron sus gastos y advierten que sólo van a supermercados los días de ofertas o beneficios determinados. Por otro lado, el dólar oficial subió fuertemente, aunque estos últimos días lo hizo muy suavemente.

Las reservas determinaran en gran parte los destinos de la política económica. El Gobierno está esperanzado en la próxima cosecha, que según algunos cálculos iba a ser bastante interesante, aunque en las últimas semanas la excesiva lluvia en la zona núcleo de la provincia de Buenos Aires parece haber dinamitado esa esperanza.

El beneficio de tener un Mundial en momentos de crisis es que distrae a la gente y de cierta manera hacer olvidar las medidas que se tomaron y/o lo que se planea hacer, al menos en materia económica.

Con el conjunto de medidas de corte ortodoxo que ha implementado este gobierno nacional y popular, lo único que está ganando es tiempo, necesario para llegar al final de su mandato. Ya agotó sus instrumentos para luchar contra la inflación y evaporo rápidamente el 54 % de apoyo por parte de sus votantes que supo tener.

(*) Licenciado en Economía (UNLP) y máster en Finanzas (UCEMA). Docente UNLP, UTN y UAA.

Consultor en temas de economía y financiamiento para PyMes.

@pablobolino

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