Judiciales y Policiales
Fuero penal de 8 y 56

Un preso entró al despacho de los jueces y los amenazó de muerte

El interno había sido trasladado ante un Tribunal a raíz de la huelga de hambre que estaba haciendo en el penal donde está alojado.

Momentos de extrema tensión se vivieron este martes en el fuero de 8 y 56, cuando un interno que había sido trasladado ante un Tribunal de La Plata a raíz de una huelga de hambre que había comenzado en el penal donde está alojado, aprovechó, cuando el guardia le quitó las esposas y quedó sólo ante los jueces, para insultarlos y amenazarlos de muerte.

El violento e inusual episodio se produjo poco antes de las 14 en el despacho de la planta baja, que comparten los jueces del Tribunal en lo Criminal Oral (TOC) N° 2, Liliana Torrisi, Claudio Bernard y la flamante magistrada (juró el viernes), Silvia Hoerr.

El interno que había solicitado la audiencia es Juan José Bortolamedi (24), quien, precisamente, junto a su hermano, Rubén Horacio (25), fueron condenados hace un año por el mismo TOC 2, por matar al asesino de su padre.

Ese juicio oral es muy recordado porque terminó el 11 de junio de 2010, en un escándalo que quedó registrado en las imágenes obtenidas por los reporteros gráficos de los diarios y que se desató cuando la madre de los acusados y otros familiares sufrieron una crisis de nervios que incluyó forcejeos y gritos, tras escuchar la lectura del veredicto condenatorio.

Aquella sentencia fue dictada por el TOC 2, integrado por Bernard, Torrisi y la jueza Carmen Palacios Arias. El falló precisó que los hermanos Bortolamedi, por venganza, mataron a tiros al asesino de su padre cuando salió de prisión tras purgar la mitad de la condena por ese hecho. A Juan José, se le aplicó una pena de 14 años y a Rubén de 12 años, por el delito de homicidio agravado por haberse cometido con el uso de armas.

Este lunes, Juan José Bortolamedi pidió una audiencia porque se hallaba en huelga de hambre. Lo recibió la presidenta del TOC 2, Torrisi. En el recinto también se encontraba la jueza Hoerr, la auxiliar cuarta Laurencia Bruni y el auxiliar letrado, Eduardo Orduna. De pronto, Bortolamedi "comenzó a cuestionar la sentencia dictada en su contra" en el mencionado debate oral que culminó hace un año, refirió la doctora Torrisi, en la denuncia escrita que formuló en horas de la tarde ante el fiscal penal de turno, Marcelo Romero.

Según Torrisi, los funcionarios judiciales le explicaron al condenado Bortolamedi que "tenía otras instancias de revisión" y que "debía hablarlo con su defensa". Entonces, el condenado "comenzó a levantar el tono de voz -puntualizó Torrisi-, y pidió que se presente el juez Bernard".

Bortolamedi dijo que con Bernard "tenía cuentas que arreglar" y "me amenazó de muerte personalmente", enfatizó la presidenta del Tribunal en su denuncia.

Ya desencajado y fuera de sí, el condenado dijo que "se vengaría" de los tres jueces (Bernard, Torrisi y Palacios Arias) que lo juzgaron y les gritó que "se cuiden ustedes y sus familias".

Totalmente descontrolado, "sin poder entrar en razones y sin querer firmar el acta que se había labrado, y ante la posibilidad de que se viera en peligro nuestra integridad física, se llamó a la guardia y se le informó al acusado que podía realizar las denuncias que quisiera en la oficina pertinente", concluyó Torrisi en su denuncia radicada ante el fiscal Romero.

La causa

En junio de 2010, los jueces Bernard, Torrisi y Palacios Arias, dieron por acreditado en el juicio oral que los hermanos Bortolamedi (foto) asesinaron a tiros a Jorge Andrés Di Paulo (22) el 11 de enero de 2008. Los magistrados entendieron que de las pruebas aportadas en la causa y el relato de varios testigos, el "sentimiento de rencor" de los hermanos "fue la causal generadora del suceso que terminó con la muerte de Di Paulo".

Es que Di Paulo, que había sido condenado a 14 años de prisión por el homicidio de Rubén Bortolamedi (38), padre de los sentenciados, recuperó su libertad siete años después.

A Di Paulo se lo condenó por haber sido uno de los cuatro delincuentes que el 4 de abril de 2001 ingresó en el quiosco que tenía Bortolamedi en las calles 606 y 127 y tras robarle diez pesos lo ejecutaron de un disparo en la cabeza.

Tras su salida de la cárcel, Di Paulo comenzó a trabajar en una carnicería ubicada en las calles 96 y 124, donde en varias oportunidades fue intimidado por los hermanos Bortolamedi, según surgió de relatos de los testigos del juicio.

Los jueces dieron por acreditado que el 11 de enero de 2008, los hermanos Bortolamedi interceptaron a Di Paulo cuando se dirigía a la carnicería y le efectuaron al menos tres disparos. Una vez que la víctima cayó al piso, uno de los homicidas le aplicó varios golpes en el rostro con un objeto contundente, tras lo cual escaparon en una moto negra que fue reconocida por vecinos de la zona en la que ocurrió el crimen.

Los magistrados tomaron en cuenta también el relato de testigos que coincidieron en que una vez cometido el crimen, los hermanos Bortolamedi festejaron el homicidio y se "jactaban diciendo ´nos sacamos una larva de encima`".

Además, hicieron hincapié en el testimonio de un compañero de trabajo de la víctima, quien relató: "El día que lo mataron nos volvieron locos a todos. Cuando estábamos en el velorio nos enteramos que ellos estaban haciendo un asado para festejar".

Consignó también que "incluso repartieron papelitos que decían `si querés comer asado vení rápido que se acaba`" y aseguró que los hermanos Bortolamedi "pasaron posteriormente en moto revoleando remeras y tocando bocina como si estuvieran festejando".

Si bien en el transcurso del juicio no se pudo acreditar cuál de los hermanos fue el autor de los disparos y de los golpes contra Di Paulo, los magistrados entendieron que ambos son coautores del delito de homicidio.

"Han quedado demostrados los extremos requeridos para la coautoría, es decir la división del trabajo para la ejecución del hecho típico en el marco de un plan común, pues mientras uno de los sujetos efectuaba disparos el otro lo esperaba en el vehículo en el que se dieron a la fuga", graficaron.

El Tribunal cuestionó a la defensa de los imputados por entender que los testigos aportados por esa parte "estuvieron signados por el interés en beneficiar a los imputados, ya que todos pertenecían a su círculo de familiares".

Es que la defensa había solicitado la absolución de los hermanos por entender que no se pudo probar su autoría y en el transcurso de las audiencias orales buscó que los testimonios acrediten que los imputados estaban en una fiesta familiar a la hora del crimen.

Al momento de graduar la pena, el Tribunal consideró como atenuantes la falta de antecedentes de los imputados, aunque aplicó como agravante los golpes que le aplicaron a la víctima una vez que cayó al piso tras recibir el disparo.

"La circunstancia de que una vez caído al piso y cuando ya se encontraba si no muerto al menos agonizando, se le propinaran varios golpes en el ojo y en el labio, comporta un plus de violencia innecesaria", consideraron.

Además consignaron que la pena fue mayor para Juan José Bortolamedi debido a que se la unificó con una causa que tenía por tenencia ilegal de arma civil.

Tras la lectura del fallo, la madre de los condenados, Estela Maris Sánchez rompió en llanto, insultó a los magistrados y sufrió un principio de desmayo.

"No es suficiente que hayan matado a mi marido para que ahora condenen a mis hijos. Eso nos pasa por confiar dos veces en la justicia", sostuvo la mujer.

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